lunes, 25 de abril de 2011

¡RECONCILIADOS!

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Romanes 5:10,11.

“¡Esta vida me mata! Me mata su absurdo; si, el absurdo de la rutina me aniquila silenciosamente. La rabia de ser todos los días yo, la oficina, este maldito escritorio, el vértigo de los ventiladores, la soledad de tantos rostros... todo me mata".
Perla escribía esas palabras mientras rumiaba el dolor de su rutina diaria. Se asfixiaba de monotonía. Lloraba en silencio. Se sentía cansada de vivir, e intentaba desahogar su espíritu garabateando la historia de su vida.
Todos los días, en todos los lugares, caminan Perlas, de muchas razas y de muchos colores; idiomas diferentes, tamaños variados. No importa el país ni la cultura. Son seres que sufren la agonía de estar vivos, sintiéndose muertos.
Ese es el estado diario de "enemigo". Éramos enemigos, menciona Pablo; vivíamos alejados de Dios, peleados, en situación de guerra. El ser humano, reñido con Dios, no tiene manera de ser feliz. Carga un vacío existencial que lo acompaña a todos lados, y le recuerda que es "enemigo".
Todos, independientemente de lo que creamos o no, provenimos de las manos del Creador, y solo seremos completes en él. La ausencia de Dios causa, en la criatura, una sensación de rutina y de monotonía, la vida pierde sentido, y el trabajo diario de vuelve enfadoso y cansador.
¿Para qué? Te preguntas, mientras tratas de cumplir obligaciones que no te proporcionan satisfacción. Pero, el amor de Dios por ti se revela en el hecho de que te reconcilio con él, al entregar al Señor Jesucristo para morir por ti.
Ahora, reconciliados, exclama Pablo, seremos salvos. Salvos ¿de qué? Del pecado. Pero, también del vacío, de la rutina agobiante, de la monotonía de ir sin saber hacia dónde.
¡Despierta a la vida! Deja entrar la luz divina en tus días oscuros. Permite que el Sol de justicia ilumine cada rincón de tu existencia, y parte hoy, para el cumplimiento de tus deberes diarios, seguro de que, con Jesús, la vida se transforma en una eterna primavera, llena de horizontes infinitos.
Recuerda que "si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón

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