martes, 10 de mayo de 2011

REFUGIO – 1ª PARTE

Fueron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña? Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. (Mateo 13:27,28).

En la mente infantil del pequeño que dejaba su huella en las tranquilas aguas del rio que abastecía a la ciudad había un solo sueño: un día sería un gran arquitecto y levantaría una enorme represa en aquel lugar. Finalmente, había llegado el día de ver cumplidos sus sueños. Los planos habían sido confeccionados minuciosamente, hasta el más mínimo detalle, con la solidez que sus conocimientos podían brindarle.
La obra comenzó y todo parecía marchar en orden, hasta que alguien sin escrúpulos y movido por la envidia logro destruir de un plumazo años de empeño, desvelo y amor. Viéndose obligado a abandonarlo todo, nuestro amigo se alejó, aunque no por mucho tiempo. La presión del agua y unas condiciones climáticas desfavorables empezaron a hacer mella sobre la gran presa. Aquella majestuosidad suponía, al cabo de pocos años, un peligro en potencia para los habitantes de su poblada ciudad.
¿Que había sucedido? Se suponía que aquella presa había de ser el orgullo y la protección de los ciudadanos. No se había descuidado ningún detalle. Se habían encargado los mejores materiales y las medidas de seguridad habían sido cuidadosamente elaboradas. Pero alguien había alterado los planos, intervenido en la compra de los materiales y el dinero solicitado para tan colosal empresa había sido desviado a las manos de aquel individuo que le había robado sus sueños.
Muchas veces nos sucede como a este hombre: la traición, la envidia, la avaricia y el engaño llegan a nuestras vidas tratando de hacernos sucumbir en un mar de lágrimas. Pero podemos darle gracias a nuestro buen Dios porque nuestra obra no es humana, aunque está sujeta a deficiencias humanas. Su mano poderosa es la que se eleva como un muro para proteger nuestro hogar y nuestras vidas.
Si hay enemigos que intentan destruirte, recuerda que tienes un gran Arquitecto que no conoce derrotas. Aun para las deficiencias humanas, él tiene la solución.
El Maestro y Arquitecto esta de tu parte si le conviertes en su discípulo.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

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