jueves, 9 de junio de 2011

NO ES IMPOSIBLE

El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Proverbios 1:7.

Nací en un hogar adventista, y a lo largo de mi vida he observado que hay ciertos "códigos" que no se dicen pero se sobreentienden. Al que hoy haré referencia es al que muestra a los héroes de la fe como inalcanzables, ya que actualmente, ¿quién podría ser como ellos o recibir las bendiciones que ellos recibieron?
Si se habla de Job, se dice que no pecó con sus labios a causa del sufrimiento que el diablo le infligió; pero, en el presente, ¿quién sería capaz de soportar semejante prueba y no pecar, enojándose con Dios?
¿Y qué decir de Daniel? Se alaba su tenacidad en tierra enemiga, lo difícil que debe haber sido vivir como esclavo y de cómo lo premió Dios por su fidelidad. Pero ¿hay en la actualidad jóvenes como el profeta, que se entreguen a Dios de todo corazón y reciban la sabiduría académica que desean?
Mi respuesta a esta última pregunta es un rotundo SI.
David fue uno de los alumnos más aplicados que conocí mientras trabajé en la docencia. Estaba cursando el último año de educación media, y su capacidad e inteligencia eran complementadas con una dedicación meticulosa. En varias ocasiones, cuando algún profesor no se presentaba y tenían "hora libre", mientras sus compañeros se dedicaban a conversar o a alguna otra actividad, David se mantenía ocupado estudiando por adelantado, haciendo ejercicios de matemáticas o física o simplemente leyendo.
Al ver sus calificaciones generales del último año de enseñanza secundaria, no me sorprendió saber que en sus catorce materias tenía un promedio de diez. Por si esto fuera poco, a sus diecisiete años publicó su primer libro. Como un regalo adicional, semanas antes de concluir las clases, David me dio la grata noticia de que abrazaría nuestra fe, porque veía que "la doctrina adventista pisa sobre roca".
En las Escrituras se nos muestra la vida de los grandes hombres de fe como modelos de lo que nosotros podemos alcanzar cuando combinamos el esfuerzo humano y el poder divino. El éxito académico de Daniel no es un ejemplo inalcanzable; su dedicación al estudio y su fidelidad a Dios están registradas como una constante exhortación para que cada hijo de Dios sepa lo que le aguarda si con fe se esfuerza en la vida estudiantil.
Si tienes la posibilidad de estudiar, no la desaproveches. También tú puedes ser como Daniel si confías en el brazo todopoderoso.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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