sábado, 9 de julio de 2011

ACEPTA SU VOLUNTAD

Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Lucas 11:2.

Cuando tenía 24 años, tuve la oportunidad de participar en un grupo pequeño de estudio en la iglesia local a la que asistía. Ese grupo estaba formado mayormente por jóvenes que iban desde los 19 hasta los 30 años, y juntos aprendimos a querernos y a desarrollar una amistad genuina con nuestro Salvador.
Hacia el final de ese año, un accidente automovilístico dejó en estado de coma a una de las integrantes de nuestro pequeño grupo; y como era de esperar, todos juntos nos unimos en oración por la salud de esta joven. Con humildad le rogamos a Dios que la sanara. Pero esto no ocurrió. Al cabo de unas semanas, con la debida autorización de los padres, los médicos le retiraron los medios artificiales que la mantenían viva, y falleció.
¿Qué había ocurrido? ¿Por qué Dios no había respondido nuestras plegarias? ¿Es que ya no se ven milagros como los que cuenta la Biblia, o sencillamente nos faltaba fe?
El tema es complejo; solo quiero decirte que si bien el poder de Dios permanece inalterable, como en los tiempos bíblicos, su voluntad no siempre concuerda con la nuestra.
Para expresarte la idea con más claridad, presta atención a esta cita inspirada: "Me fue mostrado que en caso de enfermedad, cuando está expedito el camino para ofrecer oración por el enfermo, el caso debe ser confiado al Señor con fe serena, y no con tempestuosa excitación. Solo él conoce la vida pasada de la persona, y sabe cuál será su futuro. El que conoce todos los corazones, sabe si la persona, en caso de sanarse, glorificaría su nombre o lo deshonraría por su apostasía. Todo lo que se nos pide que hagamos es que roguemos a Dios que sane al enfermo si esto está de acuerdo con su voluntad, creyendo que él oye las razones que presentamos y las oraciones fervientes que elevamos. Si el Señor ve que ello habrá de honrarlo, contestará nuestras oraciones. Pero no es correcto insistir en el restablecimiento sin someternos a su voluntad" (Joyas de los testimonios, t. 1, pp. 211, 212; la cursiva ha sido añadida).
Dios puede hacer milagros en este tiempo; pero en lo que respecta a los seres humanos, debemos limitarnos a orar, sabiendo que el designio de Dios puede ser diferente al nuestro. Nuestro Creador desea darnos vida y salud en abundancia, y aunque el paso por esta tierra traiga enfermedad y dolor, todo esto culminará cuando Cristo transforme este mundo de pecado.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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