lunes, 26 de septiembre de 2011

ORAR MAL

Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Santiago 4:3.

Mientras enseñaba en mi clase algunos aspectos de la oración, un alumno preguntó con un aire de incredulidad e ironía: "¿Qué pasa si le pido a Dios ahora mismo que me regale una moto Harley Davidsori*. ¿Va a aparecer una moto?" Como era un grupo de jóvenes maduros, la pregunta causó gracia, y algunos compañeros dieron una respuesta bíblica para responder por qué Dios no haría ese "acto de magia".
Cuando Santiago les escribió a los creyentes cristianos de sus tiempos, conocía la problemática que estaban viviendo. Por eso aborda en su carta el tema de la fe y las obras, de las malas palabras y del tipo de oraciones que elevaban el corazón. Santiago les señaló su error cuando dijo: "Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites". En otras palabras, sus oraciones no tenían la respuesta divina que deseaban porque oraban mal.
¿Cuál era el error en sus oraciones? Sus pedidos tenían el objeto de satisfacer su ambición egoísta y sus gustos pecaminosos. Dios seguía estando en su trono de gracia, seguía escuchando con paciencia las plegarias de estos conversos, pero no podía responderles, porque de haberlo hecho hubiese acarreado mala reputación sobre la iglesia y sobre su nombre.
Dios es el Creador de toda la tierra, y para él deben ser la honra, el respeto, la alabanza y la adoración. Cualquier pedido de oración que no honre al Señor jamás será concedido. Porque lo que no honra a Dios alimenta nuestro egoísmo natural. Si el Señor te otorgara una moto, sin ahorro de por medio, sin esfuerzo y sacrificio, solo para satisfacer un pedido egoísta, no sería Dios sino un esclavo de los caprichos humanos.
Dios respondió las oraciones de Abraham, Jacob, Moisés, Josué, David, Salomón y de toda la iglesia cristiana primitiva, porque con la respuesta su nombre estaba siendo glorificado ante creyentes e incrédulos. Cuando Dios da la salud al que no la tiene, trabajo al desocupado y responde afirmativamente cada oración que sus hijos le hacen en este tiempo, la gloria y la honra deben ser para él.
Cuando te postres y eleves tus ruegos a Dios, reflexiona si la respuesta divina honra su nombre. Así te encontrarás lejos de cometer el error de los cristianos de fines del primer siglo.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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