jueves, 29 de septiembre de 2011

RECIBIRÁS PODER

Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo. Hechos 1:8.

Jesús estaba a punto de despedirse de sus apóstoles. Había dado su vida en rescate por la humanidad y había vencido a la muerte, dando la esperanza de la vida eterna a sus seguidores. Sus amigos, aún confundidos, creían en el reinado terrenal de su Maestro. Jesús les aclaró que todavía faltaba un tiempo para la instauración de ese reino, pero les aseguró que recibirían poder "cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo".
El Espíritu Santo es la persona de la Trinidad que acompaña a los cristianos desde que Jesús ascendió al cielo. Persuade "al mundo de pecado, de justicia y de juicio" (Juan 16:8); obra en la conciencia de cada creyente, a fin de convencerlo de sus faltas y de la necesidad de una entrega completa a Dios. También es el que nos ayuda a crecer espiritualmente, y el que entrega los dones a la iglesia para su crecimiento espiritual.
Pero más allá de las tareas que designa la Biblia, es importante que ores diariamente por el Espíritu Santo en tu vida. En primer lugar, si quieres cambiar tu carácter y ser semejante a Jesús, solo el Espíritu de Dios puede hacer realidad ese cambio. Los defectos de carácter, heredados y cultivados, son imposibles de eliminar sin el poder divino. No hay ser sobre la tierra que pueda lograr una reforma interior y exterior si prescinde de la ayuda poderosa del Espíritu. Por eso, si deseas que tu vida, tus palabras, pensamientos y acciones se asemejen a los de Jesús, debes rogar que el Espíritu Santo moldee tu corazón y realice la obra de la santificación.
Por otro lado, ese poder prometido por Jesús es el que capacita a cada creyente a realizar la obra de evangelista. Si el Espíritu Santo no nos acompaña, no hay resultados duraderos y genuinos. Tú puedes enseñarle la Biblia a una persona durante años, orar con ella, presentarle argumentos poderosos a favor de la verdad, pero si el Espíritu Santo no obra, esa persona solo estará informada de la vida cristiana, jamás convertida. Por eso, Jesús les ordenó a los apóstoles que no salieran de Jerusalén hasta que el Espíritu Santo se manifestara en la iglesia. Una vez que los apóstoles lo recibieron, su predicación fue poderosa y los frutos abundantes.
Orar cada día por el Espíritu Santo es una necesidad para cada cristiano que desea vivir con Jesús por la eternidad.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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