miércoles, 19 de octubre de 2011

MÁS VALOR DEL QUE SE CREE

Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Mateo 22:29.

Había llegado el fin de año, y ya tenía los ahorros suficientes para cambiar la computadora. Averigüé en diversos comercios y en Internet los precios de cada componente. Fue así como decidí comprar el monitor en una casa de computación, en otra la cámara digital, en otra la grabadora de DVD, y de la misma manera compré el micrófono, la cámara web, el disco rígido, la memoria RAM y el CPU.
Todas las compras las había tenido que abonar en dólares norteamericanos, pues los componentes eran importados de Japón o de los Estados Unidos. Si bien fue bastante agotador comprar en diferentes comercios, había ahorrado un treinta por ciento del monto previsto. Así que cuando me disponía a volver a mi hogar, ya en horas de la noche, sentía satisfacción en mi interior por haber gastado menos de lo pensado. Cuando frené con mi automóvil en un semáforo, dos niños de unos cinco o seis años de edad simularon limpiar los faros delanteros y se acercaron a mi ventana para pedirme una moneda. Como no tenía ni un solo centavo de la moneda de mi país, saqué un dólar y se los entregué para que lo compartieran.
Uno de ellos, al desconocer el billete, me dijo: "Esto no sirve, señor", a lo que yo repliqué: "Sí que sirve, ¡es un dólar! Y vale cuatro veces más que nuestro peso argentino". De más está decir que al escuchar mi respuesta, tomaron el billete con una enorme sonrisa y fueron a mostrárselo a otros niños que estaban pidiendo en otros autos.
Actualmente hay muchas personas que dicen lo mismo de la Biblia. Poseen el sagrado Libro, lo tienen en sus manos, pero sin leerlo y sin comprenderlo se convencen de que "no sirve". Ignorando su tremendo valor actual y eterno, prefieren aferrarse a fábulas humanas y tradiciones sin sentido, en vez de tomar el camino de vida que muestra la Palabra de Dios.
Las Escrituras "sí sirven", y brindan una utilidad eterna. Nos ayudan a ser un buen estudiante, un buen hijo, cuidar la salud, ser una persona honrada y veraz, llevarnos bien con el prójimo y aprender a caminar por la senda de la salvación. Y para eso, solo basta abrirlas cada día con oración, rogándole a su Autor que nos enseñe las preciosas verdades que contienen.
Déjate guiar por las Sagradas Escrituras, y las bendiciones celestiales te rodearán desde ahora y por la eternidad.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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