lunes, 21 de noviembre de 2011

SIN FINGIMIENTO

El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo y seguidlo bueno. (Romanos 12:9)

De acuerdo con el apóstol Pablo, el verdadero amor se manifiesta en una serie de pautas de conducta, entre las que se encuentra la que nos presenta el versículo de hoy Las etiquetas sociales, los protocolos y la burocracia han limitado un tanto nuestra capacidad para mostrar un amor genuino, pero se nos exhorta a que nuestro amor sea sin fingimiento.
Conversaba en una ocasión con una amiga, quien me preguntaba cómo podía yo luchar contra el cansancio, los cambios de ánimo, la enfermedad y los problemas familiares y al mismo tiempo presentar una cara sonriente y ser agradable con todo el mundo. Ella estaba convencida de que lo mío era hipocresía, y la verdad que yo entendía que la línea de demarcación entre una conducta hipócrita y la naturalidad es en ocasiones muy fina, con lo cual es fácil juzgar mal las motivaciones ajenas.
Jesús es nuestro ejemplo, y no nos dejó en la incertidumbre a este respecto. Sus enseñanzas se basaban en principios que no estaban sujetos a valores culturales ni a prejuicios sociales. A veces tenemos la idea de que Jesús era un superhombre, y queremos reproducir su vida en nuestra conducta. La Biblia no proporciona datos específicos, pero podemos deducir que él también padeció enfermedad, hambre, cansancio y sueño, y a pesar de ello su actitud hacia los demás siempre fue intachable. ¿Por qué? Porque el amor genuino motivaba cada una de sus acciones.
No se registra en la Biblia que Jesús, después de un día colmado de actividades, tuviera un trato brusco con nadie. Aun cuando el cansancio lo vencía, estaba siempre dispuesto a servir si alguien lo necesitaba. Pero no era un superhombre, sino que recibía de su Padre las fuerzas para continuar. Esa era la clave de su éxito.
Dios te ayuda a aborrecer el mal y a hacer el bien. Te da fuerzas para responder bondadosamente aun cuando no seas comprendida. Te concede la serenidad necesaria para dar amor sincero a pesar de las circunstancias. No dejes de pedir al Padre por ese amor genuino.
El amor nunca se cansa de hacer el bien.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

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