viernes, 16 de agosto de 2013

HAY QUE TERMINAR LA CARRERA

También nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante (Hebreos 12:1).

En el espectáculo de la carrera del cristiano, el principal espectador es el Padre mismo.
Nuestro éxito le interesa más que a nosotros mismos o a cualquier otro ser del universo.
En 1992, durante los Juegos Olímpicos de Barcelona, Derek Redmond, velocista inglés, había competido en las semifinales de los cuatrocientos metros. Para él, esa carrera era una especie de revancha. Cuatro años antes, en las olimpiadas de Seúl, se había desgarrado el tendón de Aquiles durante los calentamientos y no pudo competir. Ahora se le presentaba otra oportunidad.
Sonó el disparo de salida y los corredores salieron en busca del triunfo. Pero a una distancia de ciento cincuenta metros de la meta a Derek se le desgarró un músculo y cayó al suelo presa de un intenso dolor. Los camilleros corrieron hacia él pero les hizo señas de que se alejaran, se levantó como pudo y comenzó a andar a saltos dirigiéndose a la meta.
De repente un hombre saltó de las gradas, corrió hacia Derek y echó su brazo sobre sus hombros. Juntos saltaron durante los últimos cien metros hasta llegar a la meta. El ayudante era Jim Redmond, el padre de Derek. Había hecho un gran sacrificio para que su hijo llegara a la competición. Cinco minutos más tarde, padre e hijo llegaron a la meta y sesenta mil personas les brindaron una gran ovación de pie.
Cuando lo entrevistaron, el padre dijo: “Hicimos un pacto: mi hijo iba a terminar la carrera.
Esta es su última olimpiada. Entrenó durante ocho años. Yo no podía permitir que no terminara la carrera”.
Eso es lo mismo que nuestro Padre celestial hace por nosotros. No se avergüenza de llamarse nuestro Dios (Heb. 11:16). Cuando lo buscamos tirados en el suelo, paciente y amoroso nos levanta y nos acompaña el resto de la ruta. No permitirá que nos quedemos en el camino si queremos llegar a la meta y clamamos por su ayuda. Es una verdad bíblica.
Acércate hoy a tu Dios y Salvador mientras te empeñas en terminar la carrera que él te propone para hoy y para toda tu vida.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

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