jueves, 19 de enero de 2012

A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS,

Y Dios creó al ser humano a su imagen: lo creo. Hombre y mujer lo creó. (Génesis 1:27. NVI).

«León», «oso», «mono», «gato», «perro», «lagarto», son algunos de los sobrenombres que se escuchan en un salón de clases. Otros podrían ser: «flaco», «chata», «gorda», «narizón», «negro», «indio», «chino» o «bocón». Esos apodos quizá nos hagan recordar los años en que asistíamos a la escuela, o nos hagan pensar en el día de ayer, si somos maestras.
Los alumnos cambian los nombres y apellidos de sus compañeros por sobrenombres que les resultan graciosos, ya sea por aprecio o por burla. Lo lamentable es que muchas veces los maestros participan del mismo juego y llega el momento en que se olvida el verdadero nombre del compañero de clase o del alumno.
¿Cómo podría evitar que mis alumnos utilizaran esos apodos? Esa era una de mis inquietudes. Un día, mientras hablábamos de la Tierra Nueva, uno de los alumnos preguntó:
— ¿Podré tener un perro allá?
— Por supuesto que sí —fue mi respuesta.
—¿Habrá vacas? —preguntó otro.
— si —luego se escucharon unas risitas.
— ¿Habrá gorgojos? —preguntó un tercero.
Mientras pensaba en la respuesta, el grupo empezó a reír a carcajadas. Entonces me di cuenta de que las preguntas estaban relacionadas con los apodos de los alumnos. Yo aproveche la ocasión para hacer algunos comentarios:
« Dios creó a los animales, a los insectos y a los reptiles; pero el hombre y a la mujer los creó a su imagen y semejanza. Las características que resultan de la degeneración del pecado no deben ser un motivo para que utilicemos sobrenombres o apodos. Los seres humanos, aunque tengan facciones extrañas, siguen reflejando la imagen y semejanza de Dios. Por tanto es un insulto al mismo Dios llamar a alguien perro, asno, o utilizar cualquier otro apodo en forma de burla. Como leemos en Mateo 5: 22 Jesús advirtió que cualquiera que insulte a su hermano será culpable de muerte, porque está insultando la imagen de Dios.
A toda persona le agrada que la llamen por su nombre. Si eres maestra cuida que tus alumnos lo hagan, lo mismo que en la iglesia, en el barrio, en la comunidad o en el trabajo. Dios nos hizo y no nosotros a nosotros mismos. Ojalá podamos considerarnos como creados a la semejanza de Dios.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Digna Elvira Brañes

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