miércoles, 11 de enero de 2012

A LOS PIES DEL MAESTRO

Jehová en los alturas es más poderoso que el estruendo de las muchas aguas, más que las recias olas de! mar (Salmo 93:4).

Recuerdo muy bien el día en que mi amigo Marco y yo decidimos ir a la casa de nuestro compañero Chris con el fin de despedirnos de él, ya que se iba del país. Caminamos una larga distancia bajo el sol abrasador. Estábamos cansados y teníamos mucha sed, por lo que nuestras energías iban mermando poco a poco. Cuando llegamos a la entrada principal de la casa de Chris le dije a Marco que había un perro que cuidaba la propiedad, un animal que se tomaba muy en serio su tarea de vigilar.
Al percatarnos de la presencia del perro comenzamos a movernos en silencio y con cautela. Yo empecé a retroceder lentamente sin perderlo de vista, dejando a Marco solo en el frente de la batalla. El perro dejó escapar unos cuantos ladridos y hecho a correr hacia nosotros. Es un hecho comprobado por mí que la adrenalina nos permite realizar proezas ya que, sin tiempo que perder, escalé la elevada valla metálica que rodeaba la propiedad. Para cuando Marco llegó a mi lado, yo contemplaba desde lo alto el final de la persecución.
Tras unos segundos nos dimos cuenta del problema en que nos encontrábamos: la valla se mecía a causa de nuestro peso y parecía que en cualquier momento se iba a desplomar. El nerviosismo hizo presa de nosotros, por lo que echamos a reír sin poder contenernos y sin un motivo aparente. Únicamente teníamos dos opciones: la primera era gritar pidiendo auxilio, mientras que la segunda consistía bajar y enfrentar a nuestro adversario, que seguía ladrando con una furia indescriptible. Decidimos aferrarnos con todas nuestras fuerzas al cercado metálico hasta que llegara ayuda.
Tal vez hoy, al iniciar el día, te veas amenazada por algo insignificante en tamaño, pero de un impactante poder sobre tu vida. Podrías correr y quizá debas hacerlo, pero no lo hagas desesperadamente. Permite que la adrenalina espiritual te haga escalar hasta un lugar elevado, hasta que llegues a los pies de Jesús.
Recuerda que solo tienes dos opciones: la primera implica bajar para enfrentar el problema confiando en tus propias fuerzas y lo más seguro es que salgas perdiendo. La segunda consiste en clamar pidiendo ayuda. Quizá te parezca que te vas a caer, pero sostente con fe, que la ayuda de lo alto está en camino. ¡Experimenta la seguridad que se siente al estar junto a Jesús!

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Yoela Murillo Panameña.

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