miércoles, 7 de marzo de 2012

¿JUGAR PARA DOS EQUIPOS?

El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos. Santiago 1:8, NRV2000

¿Quién le hace más daño a la religión: el muchacho que se inyecta drogas descaradamente o el joven que los sábados de tarde dirige la Sociedad de Jóvenes y en la madrugada amanece en una discoteca?
La respuesta es obvia. El drogadicto no oculta lo que es. Todo mundo sabe qué cree y para qué vive. No así con el cristiano que desea agradar a Dios, pero no quiere renunciar a los placeres del mundo.
Este fue el caso de Lot. Después de escoger como lugar de residencia el fértil valle del Jordán, Lot se fue a vivir cerca de Sodoma (Gen. 13:12). Nota que no fue directamente a Sodoma, sino cerca. Pero la próxima vez que la Biblia habla de Lot (ver Gen.14), ya está dentro de la perversa ciudad. Al poco tiempo comenzaron los problemas. Lot fue llevado cautivo cuando Sodoma fue invadida por el rey Quedorlaomer y sus aliados (Gen. 14:12). Dice el relato bíblico que Abraham, al saber de lo sucedido, liberó a su sobrino. Pero entonces sucedió algo Insólito. En lugar de salir de Sodoma, después de semejante susto, ¡Lot permaneció en territorio enemigo!
Finalmente encontramos a Lot «sentado a la entrada de la ciudad, que era el lugar donde se reunía la gente» (Gen. 19:1). ¿Qué hacía Lot ahí? Definitivamente, para ese momento de su vida ya Lot había perdido su identidad como representante de Dios. Con razón cuando avisó a sus futuros yernos de la destrucción de la ciudad, ellos «no tomaron en serio lo que decía» (vers. 14). Al final Lot logró «salvar su pellejo», pero perdió sus riquezas y, peor aún, perdió a su familia.
¿En qué se equivocó Lot? En tomar la decisión de vivir cerca de Sodoma. Con el paso de los días se fue acercando cada vez más hasta que... ¡bingo! Otro habría sido su historia si hubiera permanecido lejos de Sodoma.
¿Qué tan cerca del fango puedes caminar sin ensuciarte? ¿Qué tan cerca del fuego puedes andar sin quemarte? Que Dios te ayude a decidir bien: con quién te relacionarás, con quién te casarás, dónde vivirás. La verdad sea dicha: algunas decisiones pueden tener consecuencias de vida o muerte, como bien lo demuestra el caso de Lot.

Señor, ayúdame a vivir de modo que todo el mundo sepa que estoy de tu parte en la lucha entre el bien y el mal.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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