jueves, 8 de marzo de 2012

¿SERÁ ÉL? ¿SERÁ ELLA?

De los padres se reciben casa y riquezas; del Señor la esposa inteligente. Proverbios 19:14.

Después de la decisión de aceptar o no a Cristo como Salvador personal, ¿cuál piensas que podría ser la decisión más importante de tu vida? En mi opinión, la decisión que le sigue en importancia es la elección del compañero o la compañera de toda la vida. Si te equivocas en la elección de una carrera profesional, siempre tendrás abierta la opción de cambiar de carrera. Es verdad que perderás tiempo y algo de dinero, pero siempre podrás cambiar. Lo mismo podría decirse si te equivocas en la elección de tu lugar de trabajo o el lugar de residencia, o en la selección de tus amistades. En cada caso tendrás la posibilidad de cambiar. Pero no sucede lo mismo cuando te equivocas en la elección de tu cónyuge, porque cuando del matrimonio se trata, la elección es para toda la vida. Una vez que «abordas esa embarcación», no existe la opción de bajarte en cualquier parada. A menos que tu cónyuge cometa adulterio. Pero, ¿quién quiere vivir deseando que su cónyuge sea infiel para que uno pueda casarse de nuevo?
Por todo lo mencionado, cuando un joven me pide que le dé la instrucción prematrimonial, le pregunto: «¿Eres consciente de que tendrás que vivir con esta persona durante el resto de tu vida?».
Si todavía no has decidido con quién te casarás, lee con atención las siguientes «pruebas» que sugiere el escritor Walter Trobisch en su libro I Married You (Me casé contigo, pp. 75-77):
  1. La prueba del respeto. ¿Siento admiración por esta persona? ¿Podría presentarla a mis familiares y amigos sin avergonzarme? ¿Deseo que sea la madre (el padre) de mis hijos?
  2. La prueba de los hábitos. ¿Es aseada esta persona? ¿Tiene mal aliento? ¿Qué come? ¿Qué bebe? ¿Cuáles son sus pasatiempos?
  3. La prueba del trato. ¿Cómo se relaciona con el sexo opuesto? ¿Mantiene las distancias? ¿Cómo trata a sus padres, a sus hermanos, a los niños?
  4. La prueba del perdón. Después de una pelea, ¿cuán fácil o difícil es para esta persona reconciliarse? ¿Sabe perdonar?
  5. La prueba del tiempo. ¿Puedo decir que conozco bien a esta persona? ¿Conozco su familia, su pasado, sus principios, sus valores morales y espirituales?
Y la pregunta más importante de todas ¿Qué piensa de Cristo?
Señor, por nada del mundo me quiero equivocar al escoger mi pareja. Guíame, por favor, al tomar esta gran decisión.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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