jueves, 15 de marzo de 2012

UNA RESPUESTA EQUIVOCADA

No os dejare huérfanos, volveré a vosotros (Juan 14:18).

Me encontraba en el salón de clases del sexto curso cuando recibí una llamada de emergencia de la enfermería. Un joven de apenas dieciséis años, a quien yo conocía desde hacía mucho tiempo, tenía problemas. «¿Qué le ha pasado?», pregunté. La enfermera me dijo que probablemente yo era quien mejor podría ayudarlo; aquel era su tercer intento de suicidio por sobredosis. Hacía muy poco que le habían dado de alta del hospital tras un lavado de estómago, y nadie pensaba que tendrían que enfrentar tan pronto la misma situación.
En la enfermería hicieron todo lo posible para que recuperara la consciencia, luego me pidieron que tratara de aconsejarlo. Él estuvo de acuerdo en conversar con mi esposo, un pastor a quien él respetaba. Me mantuve informada a través de mi esposo respecto al avance de las sesiones de consejería. Él me dijo que era un proceso lento, pero que los cambios se iban notando poco a poco. Pudimos darnos cuenta de que el chico aún no se recuperaba de la pérdida de su padre. Aquel joven pensaba que su madre no lo amaba y que lo estaba tratando igual que a su difunto padre, a quien ella despreciaba. Ese era el principal motivo por el que el chico tenía deseos de morir.
Mi esposo pudo ayudarlo a enfrentar sus problemas, y gracias a la ayuda pastoral pudo obtener una perspectiva más clara del propósito divino para su vida. Mi esposo se convirtió en la figura paterna que aquel joven necesitaba y lo ayudó a que se acercara más a Dios. Estamos contentos porque aquel talentoso joven ha superado sentimientos destructivos para convertirse en uno de los estudiantes más destacados de la universidad donde cursa sus estudios. ¡Gracias a Dios porque él sana todas nuestras enfermedades y dolencias!
Recordemos que Dios no nos abandona. Que él nos ayuda a superar los problemas y conflictos cuando más lo necesitamos. Y que necesitamos. Y que a través de nosotras puede llevar vida en abundancia a quienes apenas saben vivir.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Shirnet Wellington

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