sábado, 24 de marzo de 2012

UNA RESPUESTA INMEDIATA

Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. (Mateo 7:8).

Si clamamos a Dios por algún motivo especial y a las pocas semanas no hemos recibido respuesta, lo más probable es que nos desanimemos. Su tardanza nos desconcierta. A igual que tú, deseo que el Señor me conteste de inmediato cuando oro a él.
Quizá alguien pudiera decir: «Como él no me escucha, quizá no debo seguir orando». Amiga, no existe tardanza de parte de Dios. Quizá nosotras lo consideremos así, pero aquello que interpretamos como una demora podría ser su respuesta. Cuando le pedimos algo a Dios, él nos lo concede de una manera perfecta y en el momento apropiado. Recordemos que «toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto» (Sant. 1:17). Dios contesta esa misma preocupación nuestra al decir, mediante el profeta: «Antes que clamen, yo responderé; mientras aún estén hablando, yo habré oído» (Isa. 65:24).
«Debe haber esfuerzos fervientes para obtener las bendiciones del Señor, no porque Dios no esté dispuesto a conferirnos sus bendiciones, sino porque no estamos preparados para recibirlas» (Recibiréis poder, p. 85).
Me gusta la forma en que el escritor Stephen N. Haskell lo explica en La historia de Daniel, el profeta. Haskell afirma que en el cielo no hay pérdida de tiempo, que el primer débil susurro de necesidad expresado por un hijo de Dios es presentado ante su trono, y la orden para contestarlo será dada con rapidez.
El solo hecho de mover los labios, o de elevar una oración silenciosa, será tomado en cuenta. En la Biblia tenemos el ejemplo de Ana, cuando clamó a Dios en el templo, pidiendo ser librada de su afrenta. Cuando Eli la encontró, ella movía sus labios calladamente. Tenemos asimismo el ejemplo de Nehemías, quien en una breve oración secreta pidió sabiduría para dar una respuesta apropiada al rey. Estos dos personajes bíblicos recibieron una respuesta a sus peticiones.
Dios no está tan lejos que no pueda escucharnos, pero debemos creer. Él nos dice: «Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan» (Heb. 11:6).
Amante Padre, aumenta nuestra fe. Ayúdanos a esperar la respuesta a nuestras oraciones con fe y con paciencia.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Jenny Avaylon

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