martes, 12 de junio de 2012

¿CÓMO OLVIDAR?


El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad. Gálatas 5:22, NVI
Un acto de bondad, ¿quién lo puede olvidar? Recuerdo un día cuando fui objeto de un acto tal, de esos que no se olvidan. Yo era novio de quien ahora es mi esposa, y estaba de visita en su casa. Entonces el mayor de sus hermanos llegó del trabajo. Sacó de una bolsa unos pantalones y me los dio. 
—Pruébatelos —me dijo—. Son para ti. 
No era mi cumpleaños ni ninguna fecha especial. 
—Y esto, ¿a qué se debe? —pregunté extrañado. 
No me respondió. Entonces sacó otros pantalones. 
—Pruébate también estos otros. 
—Yovanny, ¿qué significa esto? 
—No preguntes tanto y mídetelos.
Me probé los primeros pantalones, que eran de mi talla. Los segundos también. ¡Entonces sacó de la bolsa un tercer par de pantalones! Me dejó sin aliento. A lo mejor él ni siquiera lo recuerda, pero yo nunca he podido olvidar su gesto de bondad. ¿Puedes imaginar lo que este mundo sería si cada uno de nosotros se propusiera realizar al menos un acto de bondad al día?
Hace poco leí una historia que ilustra bien la hermosura de la bondad. La relata Anthony de Mello, y tiene como protagonistas a dos hermanos que trabajaban la tierra. Uno de ellos era soltero y el otro casado, con tres hijos. La tierra daba abundante fruto, que ellos se repartían por partes iguales. Una noche el hermano casado se acostó pensando en el soltero: «Mi hermano llegará solo a la vejez, sin tener quien cuide de él —pensó—. No es justo que ganemos por partes iguales». Y cada noche colocaba un saco de grano en el granero de su hermano. Por su parte, el soltero pensaba: «Mi hermano tiene esposa y tres hijos. No es justo que repartamos el fruto por partes iguales». Y cada noche colocaba un saco de grano en su granero. Así lo hicieron hasta que una noche se encontraron, cada uno con su saco en la espalda.
El pueblo supo de lo ocurrido. Años más tarde, los dos hermanos murieron. Cuando los lugareños decidieron construir un templo, ¿dónde crees que lo edificaron? En el mismo lugar donde los hermanos se habían encontrado. No había mejor lugar que ese. Es que los actos de bondad nunca se olvidan (La oración de la rana, 18ª. ed., pp. 69, 70).
¿Puedes pensar en algo bueno que puedas hacer por alguien hoy?.
Señor, ayúdame hoy a compartir el amor de Jesús con alguien que esté necesitado.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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