miércoles, 13 de junio de 2012

TE DARÁ BIEN


Para quien está afligido, todos los días son malos; para quien está contento, son una fiesta constante. Proverbios 15:15.

¿Cómo te imaginas a Elena G. de White? ¿Te la imaginas como una persona ¿seria, de cara larga, incapaz de hacerle una broma a otro? Yo tenía esa imagen hasta que leí el libro Caminando con Elena G. de White. Su lado humano, de George R. Knight.
Una de las historias que encontrarás en ese libro tiene como protagonistas a una joven pareja de recién casados. El caso es que la boda, que había sido oficiada por Jaime White, terminó muy tarde y la parejita no pudo partir esa noche en su viaje de luna de miel. Fue así que les tocó dormir en la casa de la familia donde se celebró la ceremonia. El cuarto donde debían dormir estaba situado justo al lado de donde se hospedaban Jaime y Elena White.
Cuando llegó la hora de dormir, la señora White se dirigió a su recámara. En camino a su cuarto se percató de que el joven, que se llamaba Daniel, no se atrevía a entrar a la habitación donde estaba su esposa. Visiblemente nervioso, caminaba de un lado a otro. Al instante la señora White se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Y decidió darle «una manito» al asustado joven.
—Daniel —dijo la Sra. White— dentro de ese cuarto hay una jovencita paralizada de terror. Así que entra ahora mismo y trátala con cariño. Te aseguro que le hará mucho bien.
Y ya casi se retiraba a su cuarto, cuando la señora White agregó:
—¡Y a ti también te hará mucho bien!
Cuando Daniel entró al cuarto, encontró a la muchacha vestida con ropa interior de invierno ¡y con la cara contra la pared!
Esta simpática historia, además de mostrar el lado humano de Elena G. de White, nos recuerda que la vida cristiana no está reñida con el buen humor. Dios espera que nuestro corazón rebose de alegría. ¿No tenemos acaso buenas razones para estar siempre gozosos? ¡Cristo vive, reina y viene por nosotros!
Y este relato también sirve para enseñarte una lección importante cuando te cases: Aunque te sientas nervioso o nerviosa la primera noche, piensa que tu pareja también lo está. De manera que, entra al cuarto y bríndale todo tu amor y ternura a esa persona. Le hará bien a ella, ¡y a ti también!
Padre bueno, que tu gozo inunde mi corazón hoy y siempre.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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