lunes, 11 de junio de 2012

UN SUEÑO HECHO REALIDAD


Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará (Salmo 37:5).

Hacía pocos meses que le había entregado mi vida a Jesús. Para ese tiempo había solicitado ser admitida en la universidad local, con la esperanza de estudiar la carrera con la que tanto soñaba. Cuando llegó el momento de presentarme a los exámenes yo no tenía trabajo estable, ni tampoco contaba con el apoyo de mi familia. Únicamente me sustentaban la esperanza y la certeza de que Dios me ayudaría a llevar a cabo mis planes.
¡Qué alegría cuando finalmente fui admitida! Sin embargo, entonces comenzaba la lucha. ¿Cómo haría para obtener un título de ingeniería en horario nocturno, siendo como era guardadora del sábado? Tan solo me quedaba orar.  Estaba dispuesta a recorrer el camino sin importar el tamaño de los obstáculos que fueran apareciendo.
Habían transcurrido tres años difíciles. Un sábado después del culto, mientras caminaba hacia la universidad, me dirigí a Dios diciéndole: «Señor, no puedo seguir con un pie dentro de la iglesia y otro fuera de ella. Yo deseo seguirte con fidelidad, pero te confieso que no tengo fuerzas para dejar de lado mis estudios. Si realmente el sábado es tu día santo, ayúdame a guardarlo. Desde ahora no asistiré más a clases en tu día. Ayúdame a graduarme, y que todo sea para la honra de tu nombre». Creo que Dios recibió aquella oración como un reto.
Un día el secretario de la facultad de ingeniería nos dio una noticia que me dejaría llena de sorpresa y gratitud hacia Dios. Habían cambiado el reglamento estudiantil con el fin de que los alumnos elaboraran su propio horario académico. ¡Aleluya, era el fin de la angustia que experimentaba cada semestre a causa de las clases que se ofrecían los sábados!
En la actualidad llevo diez años ejerciendo la profesión que siempre anhelé. Lo más importante es que no tengo la más mínima duda de que el sábado es realmente delicia, santo y glorioso de Jehová.
Querida hermana, Dios está dispuesto a premiar la fidelidad de sus hijos. Te invito a que pongas tus planes en sus manos, haciendo lo que él te manda sin flaquear ni desmayar.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa

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