lunes, 2 de julio de 2012

ADEMÁS, DEBO LLEVAR FRUTOS


Mirad, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios (Efesios:5:15).

Le pregunté al Señor: «Padre, ¿por qué no soy más paciente y tolerante? ¿Por qué doy tan pocas muestras de que tengo al Espíritu Santo en mi vida?». Entonces el Señor me inspiró a repasar su ley de amor: los Diez Mandamientos. Pude entender y apreciar que es una ley de gozo. Luego, con relación a dicha ley y a los frutos del Espíritu, me hizo recordar el texto de Gálatas 5:22-23: «Contra tales cosas no hay ley». En otras palabras, Dios me decía que si yo estaba dispuesta a seguir su ley y a someterle mi voluntad, esa ley de amor seria parte de mi vida.
El Señor también me impresionó para que leyera 2 Pedro 1:5, donde se afirma que debemos añadir virtud y conocimiento a nuestra fe. «Si tenéis estas cosas y abundan en vosotros, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto, en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo» (1 Ped. 1:8).
Mi querida amiga, el mensaje que Dios quiso darme es que debo orar y rogar intensamente como lo hizo Ana pidiendo que el precioso fruto del divino amor de Jesús sea sembrado en mi corazón. Ana jamás habría podido formar un ser en su vientre sin la intervención divina.  De igual manera ninguna de nosotras podrá forjar un carácter semejante al de Cristo sin la intervención de su Espíritu.
Si alguna vez te sientes oprimida por el enemigo al igual que Ana, recuerda que somos seguidoras del mismo Dios poderoso, compasivo y amante que contestó la oración de aquella piadosa mujer.
Querida hermana, muestra la misma diligencia de Ana en tu oración, como quien está rogando por su vida.  Con una constante perseverancia pídele a Dios que no te permita ser «ni estéril ni sin fruto», y que te conceda la victoria sobre el enemigo. Dios es quien nos da el poder espiritual para lograrlo. Mediante su ayuda tú también podrás cantar con Ana la alabanza encontrada en 1 Samuel 2:1-10.
Cuando nos sintamos débiles recordemos sus promesas. No permitamos que el enemigo nos mantenga cautivas y oprimidas. Dios conoce nuestras fortalezas y debilidades y al final nos concederá la victoria.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa

No hay comentarios:

Publicar un comentario