jueves, 5 de julio de 2012

¡SIEMPRE HERMOSA!


Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible adorno de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios (1 Pedro 3:3-4).

Hace algún tiempo oí decir que existen cuatro tipos de mujeres. La primera es la bonita-bonita: hermosa de apariencia y de carácter. Otra es la bonita-fea: su exterior es bello, pero su carácter es feo.  Luego está la fea-bonita: no es muy atractiva, pero su carácter es hermoso. Finalmente está la fea-fea: fea de apariencia y de carácter.
La belleza reside en los ojos del que contempla. Dios nos creó para ser hermosas. ¡Encuentra el estilo que mejor te acomode de acuerdo con tu fisonomía! No trates de vestirte como las demás, trata de ser tú misma. Vístete y arréglate en cuanto te levantes en la mañana. Eso es algo que te ayudará a comenzar bien el día y a que tu familia te aprecie más.
Desecha la ropa y los zapatos que estén muy gastados.
Mantén tu cabello peinado y arreglado. 
Conserva tus uñas limpias y arregladas. 
Protege tu piel y tus manos.
¡Ejercítate! Te ayudará a sentirte con más ánimo y a controlar tu peso.
Y no olvides lo más importante: ¡tu corazón! Dios es el único que puede darte un carácter hermoso y un nuevo corazón, así que dedica tiempo para disfrutar de comunión con él.
«Puede ser que no lo percibas, pero los no cristianos a tu alrededor ponen atención a tus palabras, a tus actos y a como tratas a los demás y también a tu apariencia física, como un modelo de lo que es el cristianismo.  Cuando inviertes tiempo en tu apariencia transmites mensajes importantes acerca del Dios a quien sirves.  Dices a los demás que Dios valora mucho a las personas y desea que sean lo mejor que les sea posible. Recuerda que él nos creó a su imagen. ¿No debiera ser la imagen de Dios bien cuidada?» (El joven adventista y su estilo de vida, p. 86).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Sherie Lynn Vela

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