viernes, 17 de agosto de 2012

EL MEJOR ENTRE DIEZ MIL


«Considerad los lirios, cómo crecen: no trabajan ni hilan, pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos» (Lucas 12:27).

A veces encargo flores por Internet. He descubierto que cuando encargo lirios del Perú, por la misma cantidad de dinero obtengo más flores y mayor colorido. Procure echarles un vistazo alguna vez. Son una verdadera oferta. Además, son flores alegres. Bueno, no es que estén felices, sino que verlos me alegra. Son delicados, coloridos y huelen bien.
Los lirios, como todas las flores del campo, nos recuerdan que Jesús es generoso. Nos bendice con abundancia. Mire cualquier ladera que esté cubierta de flores. ¿Quién las puso ahí? A veces, miro mi propio patio y, entre el césped, cerca del suelo, veo que crecen unas florecillas pequeñas y delicadas que, probablemente, son malas hierbas. Algunas son amarillas y otras de color añil, pero todas son perfectas.
Los lirios nos recuerdan que Jesús hace algo más que tan solo cubrir las necesidades. Además de ofrecernos la vida, nos ofrece la felicidad. Además de querer salvarnos, desea rodearnos de belleza. Quiere que respiremos un aire puro y, además, perfumado con el suave olor de las flores.
Al igual que el lirio de los valles, la fragancia de la justicia de Cristo está disponible para todo ser humano. Es como si el Salvador hubiese dicho: «Yo soy como el lirio de los valles. Podrán encontrarme en el campo y en la colina, creciendo aquí y allá, por todas partes. Mi fragancia es abundante, accesible y fácil de encontrar». El Señor se coloca junto al camino de la vida para que todos los que pasen y quieran, puedan tomarlo. Incluso los que no creen y, apresurados, van a través del campo, no pueden evitar toparse con él y respirar su dulce fragancia. Es un «olor de vida para vida» (2 Cor. 2:16).
Jesús quiere que usted hoy vea su belleza y permita que el perfume de su vida lo inspire. Basado en Lucas 12:27

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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