domingo, 26 de agosto de 2012

EL RESCATE DE LA OVEJA


«No dejes que se incline mi corazón a cosa mala, para hacer obras impías con los que hacen maldad; y no coma yo de sus deleites» (Salmo 141:4).

En los Highlands, en Escocia, es frecuente que una oveja, deambulando por las rocas, entre en lugares de los que luego no puede salir. Los pastos de esas montañas son muy dulces y gustan mucho a las ovejas que, para comerlos, saltan a barrancos de tres o cuatro metros de profundidad. Luego, cuando se ven atrapadas porque no pueden saltar tan alto, balan para que las oiga el pastor.
Pueden estar así durante días, hasta haberse comido todo el pasto. El pastor espera que estén tan débiles que no puedan oponer resistencia. Entonces, sus compañeros le atan una soga a la cintura para que pueda bajar y sacar a la oveja del atolladero. ¿Por qué el pastor no baja justo después de que la oveja haya saltado? Como las ovejas son tan tontas, asustadas, correrían hacia el precipicio y se matarían.
En la historia de Jesús, el pastor sale de noche, antes de cenar. Sale a pesar del cansancio acumulado de todo el día llevando el rebaño. Se asegura de que las noventa y nueve pasarán la noche en lugar seguro y sale, haga viento o llueva. Por más que sus pies resbalen, por más que tenga las manos desgarradas por los espinos y la voz ronca de tanto llamar, busca sin cesar. Su única preocupación es encontrar a la oveja. Pensar que el Señor está decidido a rescatar a las almas perdidas reconforta.
Para el pastor es una búsqueda personal. No dice a uno de sus ayudantes: «Ve, sal a buscar la oveja perdida y tráela a casa». No, sale él en persona. Si alguna vez se salva un alma del pecado, no será únicamente a causa de nuestro testimonio, del predicador o de los libros, sino a causa del Señor Jesús que sale a buscar sus ovejas. A pesar de que huyen, él va tras ellas.
Hay muchas ovejas perdidas que ni usted ni yo llegaremos a encontrar jamás. Nos damos por vencidos con demasiada facilidad. El cansancio y el desánimo se apoderan de nosotros. Nos precipitamos y damos la causa por perdida. En cambio, cuando Jesús busca sus propias ovejas, téngalo por seguro, las lleva de vuelta con él. ¿Ora por alguien? No se desanime. Basado en Lucas 15:4-7

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

No hay comentarios:

Publicar un comentario