lunes, 6 de agosto de 2012

¿QUÉ CAMINO DESEA SEGUIR?


¡Conozco, Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos! (Jeremías 10: 23).

A todos nos parece que el camino que seguimos es el mejor, aunque al ver que no hemos llegado a la meta nos cuesta reconocer que nos hemos equivocado.
Cuando empecé a estudiar la Palabra de Dios, como es natural tenía que enfrentar muchas dudas. Eso lo sabía el enemigo de las almas, porque me atacaba siempre en lo que más me dolía. Las creencias que anteriormente abrigaba eran algo sagrado para mí, y ahora me hervía la cabeza, ya que algunas cosas coincidían con mis conocimientos previos, pero otras no.
Estando en aquel mar de dudas fui muy atacada. Cada vez que me dirigía al lugar donde se impartían los estudios bíblicos, un joven me esperaba en el camino. Con su mejor intención me instaba a abandonar aquello que él consideraba una herejía. Me decía: «Dios no quiere que vayas a esa casa, porque allí solo desean que te apartes del Dios que tú amas».
Más de una vez llegué a aquel hogar llorando por el sentimiento de culpa que aquellas palabras despertaban en mí. Pero me mantuve firme, porque sabía que lo que hacía era correcto. ¡Qué bueno y misericordioso es el Señor! Yo nunca habría imaginado el final de esta historia. Han transcurrido diecisiete años desde aquel entonces. Sin embargo, hace pocos años recibí la mayor sorpresa de mi vida. Me enteré de que el joven que me acosaba había solicitado recibir estudios bíblicos. «¡Dios mío! ¿Será verdad lo que he escuchado; o ha sido únicamente un sueño?»
Dice el Señor: «Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos» (Isa.55:8). ¡Qué verdad tan grande! Nunca me habría imaginado nada parecido; pero los corazones son tocados por el Espíritu Santo y la semilla de la verdad crece allí donde nosotros apenas vemos nada. Dios así lo hace y nos advierte: «Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano» (Isa. 55:6). Aquel joven así lo hizo y hoy, gracias al Señor, es miembro del pueblo de Dios.

¡Bendito sea nuestro Padre que nos ama a todos por igual!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Rosita Val

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