martes, 4 de septiembre de 2012

LA AMABILIDAD CON LOS CONOCIDOS Y DESCONOCIDOS


¡Cuán amable es tu morada, Señor Todopoderoso! (Sal. 84:1).

Iniciativa. La amabilidad piensa de antemano y luego da el primer paso. No se sienta a esperar que la impulsen u obliguen a salir del sofá. El esposo o la esposa amable será el (la) que salude primero, el (la) que sonría primero, el (la) que sirva primero y perdone primero. No necesita que el (la) otro (a) haga las cosas bien para demostrar amor. Cuando obras desde la amabilidad, ves la necesidad y das el primer paso.
Jesús describió de manera creativa la amabilidad del amor en la parábola del buen samaritano, que se encuentra en la Biblia, en el capítulo 10 de Lucas. A un hombre judío lo atacan unos ladrones y lo dejan moribundo en un camino apartado. Dos líderes religiosos, respetados entre su gente, pasan y deciden no detenerse. Estaban demasiado ocupados. Eran demasiado importantes. Les gustaba demasiado tener las manos limpias.
Sin embargo, un hombre común de otra raza (de los odiados samaritanos, cuyo desprecio por los judíos era tanto amargo como mutuo) vio a este extraño necesitado y se conmovió con compasión. Cruzó todas las barreras culturales y se arriesgó a hacer el ridículo, pero se detuvo a ayudar al hombre. Vendó sus heridas, lo colocó sobre su propio burro, lo llevó a un lugar seguro y pagó todos los gastos médicos de su propio bolsillo.

Reflexión: ¿Hasta qué punto eres capaz de dar a tu cónyuge y a un extraño? ¿Qué le pedirías a Dios que te diera hoy?

Pedido: Enumera las tres más importantes peticiones y ora a Dios por esto. Desafío: Proponte realizar hoy por lo menos un gesto de amabilidad.


Tomado de 50 días de Oración
Por Pr. Juan Caicedo Solís
Secretario Ministerial, Dir. Hogar y Familia
Unión Colombiana del Sur.


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