lunes, 17 de septiembre de 2012

LA RECOMPENSA DEL QUE CONFÍA


En tu mano están mis tiempos; líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores.   Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame por tu misericordia. (Salmo 31:15-16).

El salmo de hoy muy bien podría representar la angustia, la desesperación y el temor que siente una persona cuando está pasando por una situación desagradable y muy difícil. A veces, las situaciones que nos toca enfrentar como humanos son tan terribles que, como leemos en algunos versículos del salmista, sentimos dolores físicos intensos, una inmensa tristeza y una gran debilidad, que parecen apoderarse de nosotros. Nuestro cuerpo puede llegar a convertirse en «un espanto», del cual huyen incluso nuestros mismos amigos.
¿Alguna vez has llegado a una situación similar a la que el salmista describe aquí? Si tu respuesta es afirmativa, entonces te identificarás perfectamente con el autor, porque únicamente quien ha conocido esas aflicciones puede comprender lo que implican. Sin embargo, hay en el salmo una parte que demuestra la seguridad y la confianza de David en su Dios, incluso en medio de su dolor.
Ante los diferentes ataques del enemigo, el salmista responde con una frase que denota seguridad: «Pero yo, Señor, en ti confío, y digo: "Tú eres mi Dios". Mi vida entera está en tus manos» (Sal. 31:14-15, NVI). Estas declaraciones nos muestran que, aunque nos parezca en ocasiones que estamos solas y que Dios está distante, si continuamos clamando con fe muy pronto nos daremos cuenta de que nunca hemos estado desamparadas.
Recordemos que Dios está siempre a nuestro lado, aunque estemos rodeadas de personas para quienes no seamos gratas o de enemigos que nos acosen; aunque estemos enfrentando situaciones difíciles que no podemos comprender; aunque se levanten voces que únicamente pronuncian mensajes de desánimo y congoja.
Si, como David, en algún momento has pensado que Dios se había olvidado de ti, lee de nuevo el versículo de nuestra meditación y reconocerás que la solución a tu problema vendrá de Jehová. ¡En tu rostro brillará la luz que proviene de Dios y que ilumina a quienes en él confían!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Evelyn Herrera de Omaña

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