sábado, 27 de octubre de 2012

«SOBRE TI FIJARÉ MIS OJOS»


El Señor cuida siempre de quienes lo honran y confían en su amor. Salmo 33:18.

Hace ya algunos años tuve un programa de radio llamado «Punto de referencia». Su lema era: «Nunca llegarás a tu destino si no sabes adónde vas». Muy cierto. ¿Cómo puedo decir «¡Llegué!» si no sé cuál es la meta?
La importancia de saber hacia dónde nos dirigimos la ilustra muy bien Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas. En un momento del relato, Alicia llega a una encrucijada e, insegura sobre qué dirección tomar, le pregunta al gato:
—¿Por dónde debo ir?
—¿Hacia dónde vas? —inquiere, a su vez, el gato.
—No lo sé —responde Alicia.
—Entonces cualquier camino que tomes te llevará.
Durante mis años juveniles tuve dificultades para definir «el camino» profesional que debía seguir. Un día, mientras cursaba estudios secundarios, decidí escribir para el periódico escolar. El artículo gustó. Y a mí me entusiasmó la idea de seguir escribiendo. Al poco tiempo, los directivos de la institución me pidieron que fuera el director del periódico. Recuerdo que se llamaba Impacto. Acepté y, sin lugar a dudas, allí descubrí mi «gusto» por las letras.
No sé si te interesa saberlo, pero te cuento que estudié Periodismo y me gradué de comunicador social. Alrededor de ese tiempo acepté a Cristo como mi Salvador y decidí que no sería un simple «comunicador social», sino un comunicador del evangelio. Durante varios años serví como pastor de iglesia, pero ahora me dedico de lleno a predicar el nombre de Jesús por medio de las publicaciones.
¿Por qué te cuento todo esto? Porque creo firmemente que Dios, fiel a su promesa, me ha guiado durante todos estos años. Tal como dice nuestro texto de hoy, sus ojos han estado sobre mí.
Y tú, ¿ya sabes hacia dónde vas? Nunca llegarás, a menos que lo sepas. Te propongo que le pidas a Dios que te revele qué plan tiene para ti. Él lo hará con gusto. Y lo que es mejor, no solo te mostrará el camino, sino que también sus ojos estarán sobre ti durante todo el trayecto.
Muéstrame, Señor, el camino que debo seguir, y fija sobre mí tus ojos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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