domingo, 25 de noviembre de 2012

ESPÍRITU, ALMA Y CUERPO


Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. (3 Juan 1:2).

Según la organización Mundial de la Salud: «La salud es un estado de perfecto bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedad». Otros dicen que la salud es el estado armonioso en que se encuentra todo nuestro organismo. Por otro lado, se considera que la enfermedad es la ruptura o el desequilibrio de ese estado armonioso.
Cuando nuestro organismo está sano, expresamos vitalidad, alegría, sentimientos positivos, mientras que en una situación de enfermedad expresamos dolor, tristeza y angustia. La enfermedad puede deberse a varias causas, aparte de la mayor que es el pecado. Hoy se considera que un cuerpo enfermo puede ser el resultado de desequilibrios en el organismo causados por la acumulación de toxinas, por una nutrición deficiente, por consumir una mala combinación de alimentos, por el estrés, por la falta de ejercicio, por la poca ingesta de agua, por la falta de descanso, o por respirar de manera inadecuada.
El reconocido psicólogo estadounidense Abraham Maslow señaló algunas de la características que distinguen a las personas sanas. Entre otras cosas, destacó:

  • Una capacidad mayor de percibir la realidad y de juzgar correctamente a personas y hechos.
  • Se aceptan a sí mismos y a los demás, rechazando la afectación y la mentira.
  • Son naturales, espontáneos, sencillos y modestos.
  • Se centran en los problemas, y no en el yo.
  • Pueden afrontar la vida con respeto, alegría y entusiasmo.

El texto de hoy nos hace ver que el Señor, a través del apóstol, nos muestra su interés en nuestra salud espiritual o salvación, así como también en nuestro bienestar físico. Recordemos que Jesús también dijo: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10).
Elena G. de White escribió cientos de páginas respecto al tema de la salud. Fíjate, por ejemplo, en este mensaje: «Las cosas de la naturaleza son bendiciones de Dios, provistas para promover la salud del cuerpo, la mente y el alma. Se ofrecen a los sanos para mantenerlos sanos y a los enfermos para sanarlos» (Consejos sobre la salud, p. 166).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Janet Ribera de Diestre

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