sábado, 15 de diciembre de 2012

NO SE DEJE ENGAÑAR


«Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio» (Juan 16:8).

¿Alguna vez alguien le ha preguntado si el Espíritu Santo está en usted? A mí, sí. Por lo general, quieren saber si usted tiene el don de lenguas. Si dice que no, replican: «Bueno... si no tiene el don de lenguas, el Espíritu Santo no está en usted». Hace varios años, surgió un fenómeno que se llamó «La bendición de Toronto». Algunos de los testigos explican que quienes, supuestamente, recibían el Espíritu Santo, caían al suelo retorciéndose a carcajadas. En otras ocasiones, cuando recibían el Espíritu Santo, empezaban a ladrar como perros.
Un conocido curandero tenía su sede nacional en la ciudad donde vivo. Cada día, yendo de camino a la oficina, pasaba por delante de su iglesia. Un día vi un letrero anunciando que habría un servicio de sanación a las diez de la mañana.
Me decidí a investigar.
Hubo una oración especial pidiendo la curación tras la cual se indicó a los que sentían que habían sido sanados que se adelantaran hacia el estrado. El pastor les hizo algunas preguntas y, de repente, los golpeó en el centro de la frente con la palma de la mano. Inmediatamente cayeron al suelo, mientras la congregación cantaba el himno «Desciende, Espíritu de amor». Era todo un espectáculo.
Un amigo mío estaba hablando con un joven que insistía en que una persona debe ser capaz de hablar en lenguas como señal de que el Espíritu Santo está en ella. Mi amigo le preguntó:
—Cuando Jesús fue bautizado en el Jordán, el Espíritu Santo vino a él con la forma de una paloma, ¿verdad?
—Sí —respondió el joven—, es verdad. 
Entonces mi amigo preguntó: —¿Empezó Jesús a hablar en lenguas? 
El joven dijo que no y comenzó a llorar. —Todos estos años —añadió— he estado fingiendo.
Jesús prometió que cuando regresara al cielo enviaría al Espíritu. Vea cuál sería el primer resultado: «Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio» (Juan 16:8).
Este texto me recuerda que cuando el Espíritu Santo me llama al arrepentimiento, es más probable que llore a que caiga al suelo. No se deje engañar por un espectáculo. Basado en Juan 16:7-11.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill 

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