sábado, 15 de diciembre de 2012

UN MINISTERIO DIFERENTE


Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas. (Salmo 9:1).

Antes de ser cristianos todas las noches sintonizábamos algunas radionovelas. Una noche perdimos la señal de la emisora radial. En la búsqueda, nos topamos con el programa La voz de la esperanza. El tema de aquella noche era la familia. Nos interesó mucho, pues nuestro hogar atravesaba una crisis que apuntaba a la separación. Nuestro amor se estaba transformando en gritos y peleas.
El pastor Pérez Marcio hacía referencia a un hogar dividido, donde los más perjudicados eran los niños, que en ningún momento habían pedido venir al mundo. Daba la impresión de que el pastor estaba hablando de nuestro caso y eso nos impresionó. El Espíritu Santo comenzó desde ese momento a trabajar en nosotros. Al término del programa ofrecieron unos estudios por correspondencia que mi esposo decidió solicitar. El curso constaba de veinticuatro lecciones y, tras concluirlo, buscó la Iglesia Adventista y comenzó a asistir a ella por las noches, ya que trabajaba los sábados. Yo acepté al Señor y tomé la decisión de bautizarme mientras estaba esperando a mi quinto hijo. Me dije: «Hoy, en el otoño de mi vida, me toma Dios y cambia el rumbo de mi existencia».
Tengo mucho que agradecer a ese Dios que me sacó de la oscuridad donde me encontraba. Empecé a hacer la obra del Señor, primero en mi hogar, luego con mi familia y después entre mis vecinos. A medida que hacía aquella labor fui descubriendo el don que Dios me había concedido. Era muy feliz, y me agradaba vivir lo que aprendía.
Decidí orar para entregar mis hijos al Señor. Creía que Dios me los había prestado y ahora yo se los devolvía. En la actualidad uno de ellos es misionero en tierras lejanas. Le agradezco a Dios porque ellos luchan por andar en sus caminos. No cesamos de interceder por ellos, sobre todo cuando enfrentan grandes luchas. Ruego al Altísimo por mis nietecitos, para que también ellos entren a su servicio.
Ojalá que puedas dedicar tu vida y la de tu familia por entero a Dios. Confía en él y él hará.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Emma Huaccho Porras

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