lunes, 10 de diciembre de 2012

SEÑOR, ¿POR QUÉ A MÍ?


Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo. (Salmo 55:22).

Como hijas de Dios sabemos que hay situaciones que nos golpean y que no podemos entender, por lo que quizá nos formulamos a veces la conocida pregunta: «Señor, ¿por qué a mí? Parece que únicamente a mí me suceden esas cosas». Nos sentimos mal, sufrimos en silencio e incluso llegamos a caer en preocupantes estados depresivos. Recuerdo la estrofa de un hermoso canto que habla precisamente de este tema:
«Cuando la pena llama a mi puerta, yo me pregunto frente al dolor: ¿Por qué los otros no sufren tanto? Solo yo sufro ¿por qué, Señor?».
Ese canto ha sido de gran inspiración para mí y me anima a seguir colocando mis cargas en las manos de mi Señor. He experimentado pruebas muy grandes y fuertes a lo largo de mi vida, al igual que tú, querida amiga que lees estas líneas. Sin embargo, aunque haya días en extremo difíciles, debemos seguir confiando en que el Señor nos dará la ayuda necesaria para seguir adelante.
Mi mayor anhelo es que todas podamos entregar nuestras vidas al Señor y que podamos ser de ayuda a quienes necesitan consuelo, ánimo y esperanza. Sabemos que en este mundo tendremos pruebas y aflicciones y que es necesario que permanezcamos asidas de la mano de nuestro Señor. Él ya nos dejó su ejemplo y mediante su victoria nosotras también podremos salir más que vencedoras.
Recordemos que en este mundo quedarán todas nuestras dificultades. ¡Alabado sea el nombre de nuestro Dios por ello! Mi mayor anhelo es que todos nuestros sufrimientos queden en el pasado y que recordemos que en el cielo ni siquiera nos acordaremos de nuestras penas y tristezas. Será maravilloso vivir por la eternidad en el hermoso lugar que el Señor nos ha preparado.
Te animo a que sigas adelante aferrada a la mano de nuestro Señor, y a que pongas tus cargas sobre él. Al final saldrás victoriosa.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Beatriz Hernández

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