miércoles, 9 de enero de 2013

ENRAIZADOS Y PLANTADOS EN JESÚS


El justo florecerá como la palmera. Salmo 92:12.

Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. Salmo 1:3.
Estos textos describen la feliz condición del hombre o de la mujer cuya alma está enraizada y plantada en Cristo. Pero siempre hay peligro de quedar satisfechos con un trabajo superficial; siempre hay peligro de que las almas no se anclen a sí mismas en Dios, sino que se contenten con vacilar de aquí para allá, haciéndole juego a las tentaciones de Satanás.
¿Ha comenzado a ver los defectos en su carácter? No se sienta inútil y desanimado. Mire a Jesús, quien conoce todas sus necesidades y se apiada de todas sus debilidades... No es vergonzoso confesar nuestros pecados y abandonarlos.   La vergüenza está en aquellos que conocen sus pecados y continúan en ellos y apenan al querido Salvador por sus caminos torcidos. Un conocimiento de nuestros errores debiera ser más valorado que un revuelo feliz de los sentimientos, porque es evidencia de que el Espíritu de Dios está luchando con nosotros y que los ángeles nos rodean...
En una contrición genuina por el pecado, vayan al pie de la cruz y dejen allí sus cargas. Vayan con arrepentimiento a Dios porque han quebrantado su ley, y con fe en que nuestro Señor Jesucristo perdonará sus transgresiones y los reconciliará con el Padre. Crean lo que Dios dice; tomad a pecho sus promesas...
Vean al fatigado viajero que anda trabajosamente por la caliente arena del desierto, sin resguardo que lo proteja de los rayos del sol tropical. Su provisión de agua se ha agotado y no tiene nada con que calmar su ardiente sed. Su lentitud comienza a hincharse. Se tambalea como un ebrio. Visiones del hogar y los amigos pasan por su mente, pues cree estar próximo a perecer. Repentinamente ve a la distancia, elevándose por sobre la triste vastedad arenosa, una palmera, verde y floreciente...
Así como la palmera, que obtiene su alimento de las fuentes del agua de vida, permanece verde y florida en medio del desierto, también el cristiano puede extraer ricas provisiones de gracia de la fuente del amor de Dios, y puede conducir a las almas cansadas, llenas de inquietud, y listas a perecer en el desierto del pecado, a esas aguas donde puedan beber y vivir.— Signs of the Times, 26 de junio de 1884.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

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