viernes, 25 de enero de 2013

UN TESORO SIN RECLAMAR

¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? (Hebreos 2:3).

Es posible que no sea totalmente cierto. Es posible que la cantidad no sea tan alta. Pero sí es seguro que existe un tesoro que nadie ha reclamado en la tesorería de los Estados Unidos. Como existe, al parecer, en todas las tesorerías de todos los países, de todo el mundo. Se afirma que existen treinta y cinco mil millones de dólares cuyos dueños nunca los han reclamado.
Se les olvidó, no pudieron recuperarlo, o no supieron que tenían ese dinero y, por lo tanto, lo olvidaron. El gobierno no puede gastarlo, porque el dinero no es suyo. Son bienes confiados. Son depósitos en efectivo, acciones, propiedades, alhajas, pólizas de seguros y otros valores que los dueños, o sus herederos, ignoran que tienen. Pero las malas lenguas dicen que el gobierno sí cobra los intereses que esa suma astronómica de dinero produce.
Por supuesto que existen cazadores de dinero no reclamado. Incluso hay oficinas y promesas formales de que si alguien tiene dinero allí se lo pueden recuperar. Hay testimonios de gente que afirma haber recuperado cuantiosas sumas de dinero. Evidentemente, eso es natural. Si hay un tesoro, hay ávidos cazadores que andan tras él.
Que alguien tenga dinero y no lo sepa es una gran tragedia. Porque, teniendo todo lo que necesita, que esa persona sufra estrecheces por falta de dinero es uno de los mayores dramas. Pero aún es más grave lo que afirma nuestro texto de hoy: hay quienes tienen en poco la salvación. No reclaman ese tesoro. Una de las cosas que más hizo sufrir a nuestro Señor en la cruz fue saber, como lo expresa Elena G. de White: «Cuan terrible es el dominio del pecado sobre el corazón humano, y cuan pocos estarían dispuestos a desligarse de su poder. Sabía que sin la ayuda de Dios la humanidad tendría que perecer, y vio a las multitudes perecer teniendo a su alcance ayuda abundante» (El Deseado de todas las gentes, cap. 78, p. 713).
No cometas el grave error de despreciar la salvación. Reclama ese tesoro. Es tuyo. Acepta hoy a Cristo y su verdad, y únete a su pueblo. No dejes que una salvación tan grande, ganada a tan alto precio, sea en vano. No estés entre aquellos que tendrán por «inmunda la sangre del pacto» (Heb. 10:29, RV60).
No dejes que pongan sobre tu corona el letrero «Tesoro sin reclamar». Haz tuyo hoy el gran tesoro de la salvación.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

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