sábado, 23 de febrero de 2013

UNA LABOR QUE REQUIERE PREPARACIÓN


¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con reyes y nunca será un Don Nadie. Proverbios 22:29.

A una mujer que fue a realizar un trámite burocrático le preguntaron cuál era su profesión, y cuando declaró que era madre y ama de casa, el funcionario público escribió en la línea de respuesta: «No trabaja».
Puedo asegurar que atender el hogar y cuidar a los hijos no solamente es un trabajo abrumador, sino que también requiere de mujeres altamente preparadas. Si pensamos en la diversidad de actividades que realizan, podemos asegurar que necesitan preparación en muchos asuntos de la vida. La crianza de los hijos les exige tener conocimientos en nutrición, psicología, pedagogía, medicina y cultura general. Para el cuidado y la conducción del hogar necesitan tener nociones de economía, contabilidad, recursos humanos, administración del tiempo, negociación y relaciones públicas, artes culinarias y decoración de interiores. Para ser buenas esposas necesitan aprender a ser novias a través de los años, amigas incondicionales y excelentes para escuchar; deben también dominar las técnicas de la buena conversación, conocer la naturaleza masculina y ser expertas en el arte de amar.
A pesar de todo esto, mucha gente ha llegado a pensar que las mujeres que trabajan en el hogar realizan una labor tan sencilla, que no puede entrar en la categoría de «trabajo». Sus labores son pobremente calificadas y demeritadas.
Querida madre, esposa, ama de casa, aunque tengas la impresión de que nadie ve ni valora lo que haces, debes saber que ante Dios tu obra es apreciada. Al hacer alusión al trabajo de la mujer en el hogar, Elena G. de White escribió: «¡Ojalá la madre pudiera percatarse de cuan importantes son sus deberes y de cuán grande será la recompensa de su fidelidad!» (El hogar adventista, cap. 38, p. 225).
A pesar de lo que opinen los demás, o de cómo actúen en consecuencia, nunca cometas el error de menospreciar las labores que realizas en el interior de tu hogar. Sé diligente y da tu mejor esfuerzo, pues para tus hijos y para tu esposo pocas alegrías pueden ser mayores que saber que cuentan contigo como punto de equilibrio que evita que el hogar se descontrole. Al enfrentarte este día con tus tareas en tu hogar, siente que Dios te aprueba y alaba, pues así es como tendrás un corazón lleno de amor, un espíritu de abnegación y una mente dispuesta a disfrutar de lo que haces.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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