lunes, 25 de marzo de 2013

DIOS Y MAMÓN


Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Mateo 6:24.

Satanás presenta las mismas tentaciones hoy que las que presentó a Adán y a Jesús, el segundo Adán, quien lo venció e hizo posible que nosotros venciéramos... Nuestros esfuerzos y el poder de Cristo nos harán vencedores...
Todo el cielo está contemplando con interés para ver qué uso estamos dando a los talentos que Dios nos ha confiado. Si hacemos tesoro en el cielo, usaremos los bienes del Señor para avanzar su causa, para salvar las almas y bendecir a la humanidad, y todo lo que usamos de esta manera, el Señor lo colocará en nuestra cuenta en el banco que nunca falla. Cuando el corazón ama a Dios supremamente, las propiedades no son un obstáculo para el avance en el conflicto cristiano, porque los seguidores consagrados de Jesús discernirán cuáles son las mejores inversiones, y emplearán su riqueza para bendecir a los hijos de Dios.
El empleo constante de las facultades para acumular riquezas sobre la tierra nos ata a la tierra. Nos hacemos esclavos de Mamón. Cuando aumentan las riquezas, el corazón idólatra se olvida de Dios y se torna seguro de sí mismo y satisfecho. Se descuidan los deberes religiosos. Se manifiesta impaciencia bajo la compostura, y nos tornamos autosuficientes... El mundo se entromete entre el alma y el cielo. Nuestros ojos son cegados por el "príncipe de este mundo", de manera que no podemos discernir o apreciar el valor de las cosas eternas...
No podrían operar motivos más fuertes, ni agencias más poderosas que el disfrute del cielo, las generosas recompensas por hacer el bien, la compañía de los ángeles, la comunión y el amor de Dios y su Hijo, la elevación y extensión de todas nuestras facultades por la eternidad; "cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman" (1 Cor. 2:9). ¿No son estos incentivos y estímulos extraordinarios para animarnos a rendir el servicio amante de nuestro corazón a nuestro Creador y Redentor?...
¿No tendremos en cuenta la gran misericordia de Dios? Coloquémonos en la relación adecuada con Aquel que nos ha amado con un amor maravilloso, y aprovechemos nosotros mismos el gran privilegio de convertirnos en instrumentos en sus manos, para cooperar con los ángeles ministradores y ser colaboradores con Dios y con Cristo.— Bible Echo (Australia), 15 de febrero de 1889.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

No hay comentarios:

Publicar un comentario