sábado, 9 de marzo de 2013

UN ENCUENTRO QUE CAMBIA LA VIDA


Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate sí voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.
Salmo 139:23-24

Toda mujer cristiana realiza cada día ejercicios espirituales, como la lectura y el estudio de la Palabra de Dios, además de la oración. Reconoce que de estos momentos emana la fortaleza espiritual necesaria para enfrentar los trajines cotidianos. Algunas prefieren ejercitarse temprano por la mañana, porque es cuando se sienten frescas y ágiles mentalmente. Otras, por el contrario, prefieren el ocaso del día, cuando toda la natura descansa y pueden hallar sabiduría y consuelo en la quietud del silencio.
Tanto las mujeres «mañaneras» como las «vespertinas» buscan encontrar su mejor momento para que nada ni nadie interrumpa su devoción. Este espíritu agrada al Señor. Él desea que no pase un solo día sin que busquemos la ayuda para vivir que nos provee por medio de la meditación en su Palabra, la oración y la alabanza. Hemos de hacer de esto un hábito, para que se transforme con el tiempo en un estilo de vida y ninguna ocupación sea más importante que el encuentro con Dios. Sabiendo, como el apóstol, que «toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras» (Sant. 1:17).
A veces no reparamos en el peligro que entraña el hecho de que hagamos de estos momentos especiales algo rutinario, frío y sin sentido práctico. La búsqueda de Dios y su consejo no deben transformarse en una obligación, en un ritual cotidiano que únicamente se cumple como requisito pero que no provoca cambios ni transformación de vida.
Si bien es cierto que con fuerza de voluntad podemos conseguir cambios en algunos aspectos negativos de nuestra vida, los que renuevan el corazón y la mente provienen de Dios, y solo con el poder y la ayuda del Espíritu Santo los lograremos. Conscientes de ello, vayamos al Señor con espíritu tranquilo, corazón abierto y agradecido, y con la mente dispuesta a seguir las indicaciones del Señor. Él nos dice: «Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón» (Jer. 29:13).
Amiga, busca hoy un encuentro especial con tu Señor. No importa si es por la mañana o al anochecer.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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