sábado, 20 de abril de 2013

EL MATRIMONIO DEL HIJO DEL REY

El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas estos no quisieron venir. Mateo 22:2, 3 (lea Mateo 22:1-14).

El rey envió sus mensajeros primeramente a los que habían sido llamados como su pueblo especial. Pero estos, con toda intención de asegurar ganancia personal, enviaron su negativa con las palabras: "Ruego que me disculpen”…
Cuando el grupo que fue llamado primero rechazó la invitación, el rey envió a sus mensajeros a los caminos, donde encontraron a los que no estaban tan ocupados en el trabajo de comprar y vender, sembrar y edificar...
"Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Más él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mat. 22:11-13).
Hay quienes vienen para disfrutar los privilegios del banquete de la verdad, pero no han comido la carne ni bebido la sangre del Hijo de Dios. Dicen creer y enseñar la Palabra a otros, pero obran las obras de la injusticia...
La invitación rechazada por los que fueron llamados primero fue enviada a otro grupo. Fue dada al mundo gentil. Y primero hubo de ser proclamada en "los caminos" a quienes tenían una parte activa en el trabajo del mundo, a los líderes y maestros de la humanidad...
Quienes dan el último mensaje de misericordia a un mundo caído no han de pasar por alto a los ministros. Los siervos de Dios han de acercarse a ellos como personas que tienen un profundo interés en su bienestar e interceder por ellos en oración...
Para que no pensemos que debemos pensar únicamente en los grandes y los dotados, y descuidemos a las clases más pobres, los que están en circunstancias humildes, Cristo en la parábola de la gran cena instruye a sus mensajeros que también vayan a los que están en los caminos y veredas, a los pobres y humildes de esta tierra... Se han de ejercer esfuerzos por todas las clases.— Review and Herald, 8 de mayo de 1900.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

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