jueves, 11 de abril de 2013

LA RISA ILUMINA LA TRISTEZA

Nuestra boca se llenó de risas; nuestra lengua, de canciones jubilosas [..,]. El Señor ha hecho grandes cosas por nosotras, y eso nos llena de alegría. Salmo 126: 2-3.

La risa fue un invento de Dios para abrir nuestro corazón a la felicidad. Cuando una persona está apesadumbrada, triste y acongojada por los pesares de la vida, es incapaz de esbozar una sonrisa, menos aún de reír abiertamente. La risa sincera y espontánea es saludable para el cuerpo y generadora de alegría. Los expertos aseguran que aun la risa forzada puede generar algo de bienestar.
Sin embargo, en la vida circunspecta que llevamos, llena de preocupaciones y factores de estrés, hay poco tiempo para una carcajada. La mayoría de nosotros, envueltos en una nube de tristeza, olvidamos que la risa es una buena medicina para disipar las penumbras y generar luz. Las consecuencias de esta falta de alegría en nuestra vida se notan a primera vista.
Si las madres rieran más en sus hogares habría menos hijos enfermizos e inseguros; si en las escuelas los maestros demostraran alegría con mayor frecuencia, serían menos los alumnos que suspenderían, pues el miedo inhibe la capacidad de aprendizaje. Si en los hospitales los enfermeros dieran a los pacientes medicina junto con una dosis de alegría, habría más curaciones milagrosas. Si en las oficinas los funcionarios públicos demostraran felicidad natural en su trato, habría menos disputas y reclamaciones. El sabio expresó que hay «un tiempo para llorar, y un tiempo para reír; un tiempo para estar de luto, y un tiempo para saltar de gusto» (Ecl. 3: 4). ¿Hay alguna razón para que no sea este un tiempo de reír?
¿Cuándo fue la última vez que saltaste de alegría? ¿Puedes recordar un momento en que la risa brotara de tus labios como una cascada melodiosa? La gente que goza de buena salud mental es asertiva al expresar sus emociones; acostumbrarnos a vivir de luto y en las penumbras de la existencia puede ser indicador de falta de fe y confianza en Dios, y lo peor de todo es que puede transformarse en un hábito.
Vivamos este día en la compañía de Dios para que una alegría envuelta en carcajadas se haga sentir dondequiera que estemos. En casa, en la escuela, en la oficina, en la calle y en las plazas, sé portadora de la alegría que emana de tu relación íntima y diaria con Dios.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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