viernes, 26 de abril de 2013

MEDIAS SONRISAS Y OTROS MALES

La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es esta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo (Santiago 1:27).

En la lectura de hace tres días aprendimos que existen en el cerebro diferentes regiones que se encargan de aspectos especializados del funcionamiento de nuestro cuerpo. Una forma en que los científicos han podido comprender esto es por medio del estudio de los efectos de los accidentes vasculocerebrales. O sea, derrames o coágulos que, por obstrucción del flujo sanguíneo dañan una región del cerebro. Por ejemplo, cuando se daña la corteza motora derecha del cerebro, empiezan a surgir problemas en la parte izquierda del cuerpo, porque la corteza motora derecha coordina los movimientos del lado izquierdo del cuerpo.
Algunas veces nadie imagina que se ha dañado el cerebro hasta que se observan los efectos de estos accidentes. Los efectos pueden ser tan diversos como diferentes son las regiones del cerebro. Por ejemplo, algunos solo pueden sonreír para la cámara con la mitad derecha del rostro o mover solo la parte derecha del cuerpo porque ha existido un daño en la corteza motora derecha del cerebro. Estas mismas personas, sin embargo, pueden sonreír espontáneamente con ambas partes del rostro cuando ven a un ser querido o estirar ambos brazos cuando bostezan porque estos movimientos no son coordinados por la corteza motora sino por el ganglio basal u otra parte que no ha sufrido daño. Algunos accidentes muy pequeños pueden tener consecuencias de largo alcance. Hay quienes pierden, por ejemplo, la capacidad de recordar nuevos datos o de hacer cálculos matemáticos debido a daños en regiones pequeñas del cerebro que realizan o coordinan estas actividades.
Lo mismo ocurre con los cristianos. Muchas veces la única forma de saber si existe algún daño en la vida espiritual es observando los efectos en las acciones de una persona. La Biblia llama a esto «las obras de la naturaleza pecaminosa» (Gal. 5:18-23). Ante las necesidades de una persona se despierta nuestra compasión y nuestras acciones revelan lo que hay en nuestro corazón. Dios dice que la misericordia y la compasión, dar un vaso de agua y pan al hambriento, o ayudar a las viudas y los huérfanos, perdonar y amar a los que no nos aman, revelan si somos hijos suyos o no (Mat. 25; 5:44-48; Sant. 1:26-28).
¿Cómo está tu salud espiritual? ¿Qué revelan tus actos en cuanto al estado de tu corazón? Pide hoy al Señor que empiece a curarte. Es el médico por excelencia.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

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