domingo, 12 de mayo de 2013

¡ALABADO SEA DIOS!

Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando sus manos. Nehemías 8:6.

Dios dice por medio del Salmista: "El que sacrifica alabanza me honrará" (Sal. 50:23). La adoración a Dios consiste mayormente de alabanza y oración. Todo seguidor de Cristo debiera ocuparse en esta adoración. Nadie puede cantar en lugar de otro, dar testimonio en lugar de otro, u orar en lugar de otro. En general, se dan demasiados testimonios oscuros en el servicio social [reunión de oración], con más sabor a murmuración que a gratitud y alabanza.
Cuando la Palabra de Dios fue hablada a los hebreos en la antigüedad, el Señor le dijo a Moisés... "Y el pueblo diga amén" (Sal. 106:48). Esta respuesta, en el fervor de su alma, fue requerida como evidencia de que entendían la palabra hablada y les interesaba.
Cuando se trajo el arca de Dios a la ciudad de David y se cantó un salmo de gozo y triunfo, todo el pueblo dijo: Amén. Y David sintió que había sido plenamente recompensado por sus labores y ansiedad...
Hay demasiado formalismo en la iglesia... Debiéramos estar tan conectados con la Fuente de toda luz que seamos canales de luz para el mundo. El Señor desea que sus ministros que predican la Palabra sean llenos de su Santo Espíritu. Y el pueblo que escucha no debiera permanecer con una indiferencia adormecida o con mirada vacía, sin reaccionar a lo que se dice. El espíritu del mundo ha paralizado la espiritualidad de los tales, y no están despiertos ante el precioso tema de la redención. La verdad de la Palabra de Dios es hablada a oídos de plomo y corazones duros, no impresionables... Estos individuos aburridos, descuidados, muestran ambición y celo cuando se ocupan de los negocios del mundo, pero los asuntos de importancia eterna no llenan su mente ni les interesan tanto como las cosas mundanales...
Los cristianos fructíferos estarán conectados con Dios y serán inteligentes en los asuntos de Dios. Su meditación se centrará en la verdad y el amor de Dios. Se han deleitado con las palabras de vida, y cuando las escuchan habladas desde el pulpito, pueden decir, como los dos discípulos que viajaban hacia Emaús cuando Cristo les explicó las profecías en referencia a sí mismo: "¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?" (Luc. 24:32).
Todos los que están conectados con la luz dejarán que su luz brille ante el mundo, y en sus testimonios alabarán a Dios, hacia el cual fluirán sus corazones en gratitud".— Review and Herald, 1 de enero de 1880.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

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