martes, 28 de mayo de 2013

ATRAPADAS EN LOS PROBLEMAS

Pero de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del Señor en esta tierra de los vivientes. Pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor! Salmo 27:13-14

Salió de casa por la mañana para dejar a su hija en la escuela y de ahi continuar hasta su trabajo. De pronto sintió que el automóvil se agitaba como una aparato electrónico a punto de estropearse, de un lado al otro y descontroladamente. Habla perdido un neumático. En medio del tránsito, sin saber qué hacer, rozó la mejilla de su hija con el dorso de su mano y se dio cuenta de que una fiebre inesperada la tenia ardiendo. Rápidamente hizo un recuento de los hechos: no dejarla a su niña en la escuela, tendría que faltar al trabajo, llamar a la grúa para que moviera el auto y llevar a la niña al médico. ¡Uf! Era un día fatal. Entonces inclinó su cabeza sobre el volante, y en medio del llanto de la niña y el ruido ensordecedor de los vehículos, le dijo a Cristo en una exclamación desesperada: “¡Jesús, por favor, ayúdame, me siento atrapada!”

¿Te has sentido así alguna vez? Casi puedo escuchar tu respuesta: “¡Sí, más de una!” Las amas de casa, madres y esposas, con frecuencia vivimos situaciones similares. Es parte del precio que pagamos por vivir en este planeta y también por el hecho de haber asumido voluntariamente estas responsabilidades.

¡Pero no nos quejemos! Qué consolador es saber que, en medio de los trajines cotidianos, Dios se ofrece para ser nuestro acompañante. No nos ha dejado solas.

Además, él conoce nuestra naturaleza y está listo para fortalecer la parte débil de la personalidad de cada quien. ¿No es maravilloso? Su promesa es: “Les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (Mat. 28:20).

No importa quién eres ni a qué te dedicas, la promesa es para ti. Si eres adolescente, madre joven, mujer en la madurez de la vida, o abuela; si en algún momento llegas a pensar que la vida te ha puesto entre la espada y la pared y te sientes atrapada, no te desesperes. ¡Confía en Dios, tómate de su mano, respira profundamente y avanza!.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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