miércoles, 22 de mayo de 2013

EL SILENCIO QUE CONSUELA

¡Si tan solo se callaran la boca! Eso, en ustedes, ¡ya sería sabiduría! [...] ¿Se atreverán a mentir en nombre de Dios? ¿Argumentarán en su favor con engaños? Job 13:5,7.

Las personas que alguna vez hemos tenido que estar cerca de alguien que sufre sabemos cuán difícil es encontrar las palabras adecuadas y pronunciarlas en el momento más indicado. Deseamos consolar, dar apoyo y compañía, pero no sabemos cómo, y nos sentimos mal si permanecemos calladas.
Sin embargo, gracias al testimonio de algunas personas que han pasado por situaciones difíciles, sabemos que el silencio suele traer mucho consuelo. Un toque cariñoso, un abrazo sincero, una mirada compasiva, un acercamiento sin palabras, suelen ser curativos, y preferibles a un discurso vacío o aprendido de memoria para la ocasión. Simplemente estar, dar amor, es lo que necesita de nuestra parte toda persona que sufre.
Hay muchas personas en nuestro entorno que necesitan eso, solamente eso, exactamente eso, y cuesta tan poco darlo... Los discursos, los consejos, los sermones, a veces están fuera de lugar cuando nos encontramos con alguien que sufre intensamente. La empatía es lo que marca la diferencia.
El conflicto entre el silencio y las palabras comienza cuando creemos que la persona que sufre espera oír algo por nuestra parte, cuando lo que en realidad necesita es sentir nuestra presencia y comprensión. Sentir el acercamiento, la empatía, el apoyo y la ayuda de las personas amigas frente a su aflicción. Sentir, a través de nuestra presencia, que Dios está presente y que, las circunstancias que atraviesa, no son indicativo de que el Señor las ha abandonado.
Dios quiere que nosotras, sus hijas, seamos portadoras de consuelo en medio de un mundo lleno de dolor y de angustia. El calor de una amiga es vital para toda mujer que tiene el corazón frío y quebrantado; el acercamiento de una madre a su hija rompe la brecha que puede haber entre ellas; el abrazo tierno de una hija a su madre le provee aceptación y seguridad; el contacto físico afectuoso de una esposa brinda a su esposo nuevas fuerzas y valor frente a la crisis.
Amiga, ¡no tengamos miedo de callar! El silencio respetuoso y solidario frente a alguien que sufre provee salud. La próxima vez que te encuentres frente a una persona que sufre, guarda tus palabras vacías y deja que sea tu presencia la que le dé consuelo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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