jueves, 30 de mayo de 2013

¿QUÉ HACES CON TUS DEFICIENCIAS?

¡Sé fuerte y valiente, y pon manos a la obra! No tengas miedo ni te desanimes, porque Dios el Señor, mi Dios, estará contigo. No te dejará ni te abandonará. 1 Crónicas 28:20.

Cuando Dios nos creó no había ningún defecto en nosotras. Nuestras facultades físicas, tanto como las mentales, eran perfectas. El deterioro de nuestra naturaleza se ha ido produciendo con el paso del tiempo, como resultado directo del pecado arrastrado a lo largo de la historia. Por consiguiente, todos los seres humanos, sin excepción, tenemos que aprender a vivir con debilidades y deficiencias. Esto no significa que debamos resignarnos y desarrollar una actitud pasiva. «Aprender a vivir» quiere decir que aceptemos el hecho de que no somos perfectos y tomemos decisiones y acciones concretas para cambiar lo que puede ser modificado.
Los expertos en alguna rama del saber llegan a serlo por dos razones. La primera tiene que ver con sus habilidades y capacidades heredadas, las cuales les facilitan hacer ciertas cosas casi de manera natural. La segunda razón por la cual algunos llegan a ser especialistas en algo tiene que ver con su firme determinación de superar las deficiencias. Si a esto se añaden el trabajo incesante, el esfuerzo y la tenacidad, se puede llegar a la cumbre del éxito en la especialidad que uno haya elegido.
Hoy es un buen día para que te analices a ti misma y tomes acciones concretas para mejorar lo que pueda ser mejorado en tu vida o en tu personalidad. Si lo haces, aumentará tu autoestima y descubrirás que, con la ayuda de Dios, todas las cosas son posibles. Solamente «¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas» Josué 1: 9.
Los límites de tu vida los pones tú, y al hacerlo también pones límite a lo que Dios puede hacer por ti y en ti. Ábrete a nuevas cosas, mira más allá de tu horizonte. No pienses que ya no tienes tiempo, o no tienes edad para enfrentar nuevos desafíos, y mucho menos te demerites a ti misma dudando de tu capacidad intelectual.
Eleva en este mismo instante tus pensamientos al cielo y di con el salmista: «El Señor cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus manos!» (Sal. 138: 8).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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