viernes, 17 de mayo de 2013

SALID DE ENTRE ELLOS

Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. 2 Corintios 6:18.

Hay solo dos caminos; uno conduce al cielo, el otro a la muerte y el infierno. Cada uno tiene una obra por hacer. Cada uno de nosotros que tiene facultades de razonamiento reconoce que hay un Dios... Deseamos un brazo sobre el cual apoyarnos, que nos sostenga en las horas de aflicción. Deseamos tal brazo en el que podamos confiar cuando la tierra se estremezca de allá para acá y sea removida como una casita de campo. En ese momento queremos saber que Dios es nuestro Padre, que nuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cada uno de nosotros necesita esta certeza. Los estudiantes de nuestra escuela necesitan esta certeza. Algunos pronto regresarán a sus casas. ¿Cuántos de ellos han llegado a esta escuela sin una esperanza en Cristo? ¿Cuántos le han dado su corazón a él desdé que asisten a nuestro colegio? ¿Cuántos todavía están indecisos, a veces inclinados a estar totalmente del lado del Señor, y luego se retiran nuevamente por las mismas razones que he mencionado, las responsabilidades y deberes que pesan sobre el cristiano? Estos parecen tan grandes que ellos vacilan y se mantienen indecisos...
¿Cuál es la duración de su vida? ¿Quiénes de ustedes tienen la seguridad de que vivirán hasta el próximo año escolar? ¿Cuántos tienen alguna certeza respecto de su vida? Aun si tuvieran una vida por delante, si supieran que vivirán setenta años, ¿qué representa ese corto tiempo de vida?... ¿Requiere tiempo Dios de ustedes algo que les convenga retener por interés o por felicidad? Oh, no...
¿Siente alguno que está haciendo un sacrificio para ser adoptado en la familia del Rey de reyes, el Señor que reina en los cielos? ¿Acaso no sabe que la más elevada exaltación es convertirse en hijos de Dios, "hijos e hijas del Señor Todopoderoso"?
Desde que tenía once años de edad he estado al servicio de este Rey celestial. Puedo hablar por experiencia. Él no me ha pedido que le dé algo que me conviniera retener. Precioso Jesús; precioso Salvador; lo amo y amo servirle.— Signs of the Times, 31 de enero de 1878.
Después de este discurso, numerosas personas se adelantaron para orar. El interés persistió hasta el campestre, se bautizaron más de 130 personas, muchas de las cuales eran estudiantes del Colegio de Battle Creek.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

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