lunes, 24 de junio de 2013

EL SEÑOR ES MI PASTOR, VIVIRÉ EN SU HOGAR POR TODA LA ETERNIDAD

Y nosotros, tu pueblo y ovejas de tu prado, te alabaremos por siempre; de generación en generación cantaremos tus alabanzas. Salmo 79:13.

Cuando por fin concluye la jornada, el pastor cuenta sus ovejas y, con especial cuidado, las conduce de vuelta al redil. Se encarga bien de que ninguna de ellas se quede rezagada en el camino y, si esto sucede, la disciplina sutil de la vara hace volver a la oveja al sendero, para conducirla al aprisco donde finalmente todas estarán a salvo de peligros. Finalmente, el peregrinaje del día ha terminado, lis hora de disfrutar de la seguridad que ofrece el hogar, y del cuidado tierno del pastor durante la noche.
Estas promesas de seguridad y cuidado son también para nosotras. Nuestro tránsito rumbo al hogar celestial pronto llegará a su fin. Vivimos tan aprisa que el futuro se convierte en presente, y el presente en pasado vertiginosamente. Pero debemos llenarnos de ánimo al ver cómo, en tiempos de prosperidad y de conflicto, el Señor nos ha conducido por verdes prados dándonos de beber de la fuente inagotable de su poder. Él nos ha cubierto con su manto de justicia y nos ha ofrecido un banquete continuo del cual podemos ser alimentadas por sus promesas maravillosas que nunca fallan. Confiamos en la promesa que nos asegura: “¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho” (Apoc. 22:12).
Deseamos estar en el hogar eterno, nuestros pies cansados por el duro camino buscan día a día no perder la ruta. En medio de los ruidos mundanales, nuestros oídos atentos anhelan seguir escuchando la voz del Pastor, y cuando una espina del camino nos hiera, de su mano santa recibiremos el bálsamo sanador.
Amiga, no importa las circunstancias en las que te encuentres ahora, si te aferras a las promesas del Señor pronto estarás en el hogar donde “ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir” (Apoc. 21:4).
Busca de todo corazón el bien y alcanzarás misericordia, y en la casa del Padre vas a vivir por la eternidad entera, sabiendo que él nunca descansa en su amor y cuidado hacia todas nosotras.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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