lunes, 12 de agosto de 2013

EL MUCHACHO DEL CORREO

Lugar: Ohio, EE.UU.
Palabra de Dios: Mateo 28:19, 20

Tomas frenó su caballo al acercarse al río. El agua, generalmente tranquila, había inundado la ribera por la lluvia que había caído últimamente, y la corriente parecía muy rápida y fuerte.
Tendremos que cruzar de alguna manera —dijo en voz alta a su caballo, mientras se deslizaba de su montura. Después de todo, tenemos que entregar la correspondencia.
Tomas vivía en el tiempo antes de los autos y los aviones, y la manera más rápida de que las cartas se movilizaran era a caballo.
El caballo resopló y retrocedió, pero Tomas lo impulsó hacia adelante con las riendas. El agua era demasiado profunda para pasar caminando, así que Tomas nada al lado de su caballo. Cuando el agua se hizo más profunda, también el caballo comenzó a nadar. Lucharon contra la corriente, tratando de que no los llevara río abajo. Eventualmente, llegaron al otro lado.
¡Oh, no! exclamó Tomas.
La alforja con las cartas se había aflojado de alguna manera, y comenzó a alejarse por el río. Tomas corrió por la orilla saltando sobre zarzas y enredaderas, y tropezándose con las piedras. ¡Allí está! La bolsa del correo se había atascado con un tronco que flotaba en el agua.
Metiéndose en el río, Tomas nada hasta la bolsa. En el momento en que la tomaba, un tronco lo golpeó en la cabeza, hundiéndolo bajo el agua. Luego de luchar para llegar hasta la orilla, se dejó caer sobre el suelo, jadeando. Cuando recobró un poco de fuerza, se arrastró hasta su caballo y se subió.
Vamos, chico dijo.
El caballo se dirigió a la aldea, llevando consigo las cartas para los habitantes del pueblo.
Tomas tenía una misión: entregar las cartas que se le habían confiado. Y eso es exactamente lo que hizo. Dios nos ha dado una misión, también: entregar el mensaje de su amor. Jesús dijo: «Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes» ¿Cuan decididos estamos a transmitir este mensaje? ¿Qué estamos dispuestos a hacer?

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

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