miércoles, 6 de enero de 2016

INTENTANDO ESCONDERSE DE DIOS

¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Ya dónde huiré de tu presencia? Salmo 139:7.


Todavía masticando el fruto delicioso que había arrancado del árbol, Eva corrió tan rápido como pudo para encontrar a Adán. Pero su tiempo se había acabado; debería haber corrido antes de pecar. Casi sin aliento y con el cosquilleo de la adrenalina de ese primer pecado, le soltó toda la historia a Adán.
Una tristeza extraña oscureció el rostro de Adán, quien frunció el ceño, y se fue. Pasmado y asustado, sabía lo que había pasado. Su esposa había sido engañada, y se lamentó de que Eva se hubiera ido de su lado alguna vez. Pero ahora la acción estaba hecha, y simplemente no podía pensar en estar separado de ella. Se olvidó de cómo el gran Dios de amor había creado a Eva y que él podía, así de fácil, proveer a alguien para que tomara su lugar. Adán “decidió afrontar las consecuencias. Tomó el fruto y lo comió rápidamente, y al igual que Eva no sintió inmediatamente sus efectos perjudiciales” (La historia de la redención, p. 37).
Dios les había dado a Adán y a Eva toneladas de alimentos que se veían geniales y sabían aún mejor. Todo en el jardín era para su felicidad y placer. Satanás no había mostrado amor. Todo lo que les había dado era una gran mentira. Oh, cómo se reía de su engaño exitoso. Había tenido éxito en hacerlos caer justo hasta donde él estaba, en rebelión contra Dios.
Cuando las noticias de la caída de Adán y Eva llegaron al cielo, hubo lágrimas. Los ángeles se quedaron sin habla y les resultó difícil cantar. Pensar que los primeros humanos eran tan ingratos como para unirse a las filas de Satanás era más de lo que cualquiera de ellos podía entender. Pronto, la hermosa luz que brillaba alrededor de Adán y de Eva se esfumó. Tiritaron y se sintieron avergonzados, tanto que salieron en la búsqueda de grandes hojas para cubrirse. Cada vez que la gente peca, siempre intenta cubrirlo de alguna manera. Lo siguiente que intentaron hacer fue esconderse. “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto” (Génesis 3:8).
Antes, cuando Adán y Eva oían a Dios caminar en su jardín hogar, se miraban, sonreían y corrían a su encuentro, saltando sobre los arbustos y esquivando los árboles. Ahora, cuando oyeron su voz, se escondieron detrás de esos mismos arbustos y árboles.
Por eso Dios odia tanto el pecado: le roba a sus amigos.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward

No hay comentarios:

Publicar un comentario