lunes, 8 de febrero de 2016

¡SUPERESTRELLAS NO!

“Si el Señor los ha preferido y elegido a ustedes, no es porque ustedes sean la más grande de las naciones, ya que en realidad son la más pequeña de todas ellas. El Señor los sacó de Egipto, donde ustedes eran esclavos, y con gran poder los libró del dominio del faraón, porque los ama”. Deuteronomio 7:7, 8, DHH

Los elegidos por Dios no son superestrellas; ¡son súper-amados! Veinticinco veces en este solo libro, Moisés habla de amor. Aquí, el término hebreo ahabah es la misma palabra que Moisés usó para narrar una de las grandes historias de amor de todos los tiempos.
¿Te acuerdas de la historia del joven fugitivo que, después de engañar tanto a su padre como a su hermano mayor, tras arrebatarle a este último la primogenitura, huye a una tierra lejana para encontrarse con su tío? Físicamente agotado tras días y noches de viajar fugitivo de la justicia, Jacob llega al país de la parentela de su madre y se desploma junto a un pozo de pastores. Con los balidos de las ovejas que vienen de todas direcciones, Jacob alza los ojos y ve a una joven que lleva su rebaño al abrevadero. “Raquel era hermosa de pies a cabeza” (Gén. 29:17, DHH). Y, para el vagabundo, fue amor a primera vista. Tan locamente enamorado estaba que, tras ver a su padre, su tío Labán, Jacob soltó su proposición de matrimonio: “Te serviré siete años por Raquel, tu hija”. ¡Trato hecho! Y, según cuenta Moisés la historia: “Jacob, pues, sirvió siete años por Raquel, y le parecieron unos pocos días, por el amor [ahabah] que le tenía” (vers. 20, LBA).
Moisés usa ese mismo “amor” para describir la razón por la que, de entrada, los elegidos lo fueron. Dios amó aquel movimiento de esclavos liberados, igual que Jacob amó a Raquel. Amor a primera vista, amor de por vida. En otras palabras Moisés dice: “Tu Dios lleva cuarenta años intentando lograr tu mano en matrimonio”. Solo hay una palabra para describir a un Dios que pasase cuarenta largos años intentando ganarse el amor de cualquiera de nosotros, y esa palabra es g-r-a-c-i-a.
¿Cómo, si no, explicamos que el Dios del universo se dé a la tarea de ganarse a todo el reformatorio por medio de uno de los internos, el que le mostró señales de interés, un mínimo de franqueza? Que Dios tan siquiera eligiera un pueblo para ayudarlo a alcanzar este mundo y salvarlo es verdaderamente asombroso.
Sublime gracia, asombroso amor. Obviamente, la única superestrella de nuestro relato ¡es Dios!

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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