jueves, 31 de marzo de 2016

DETENIDOS POR LA ENVIDIA

Cruel es la ira, e impetuoso el furor; mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia? Proverbios 27:4.

Una mañana, los israelitas miraron hacia afuera y vieron la señal de que tenían que continuar. La nube, que generalmente descansaba sobre el Tabernáculo, se había llevado por encima de la tienda sagrada. Todo el campamento estuvo levantado rápidamente. El pueblo había estado acampando en este gran valle debajo de la montaña por casi un año. Se había fijado una rutina y casi había comenzado a considerar el lugar como su hogar. Fue aquí donde habían oído a Dios hablar y habían recibido la Ley. Aunque había solo once días de viaje hasta el límite de Canaán, la maravillosa tierra que Dios les había prometido, casi no querían irse.
Los trompetistas tocaron la señal de partida y la larga fila de gente comenzó a formarse. Seguramente pensarías que todos estaban emocionados por estar yendo a Canaán y felices de que Dios los estaba guiando.
Sin embargo, habían avanzado por solo tres días cuando las quejas comenzaron a sonar. Empezaron, como era usual, con la multitud mixta. Olvidándose de que Dios los estaba dirigiendo por medio de la nube, comenzaron a quejarse de que Moisés los estaba guiando por el camino equivocado. Estaba caluroso y agobiante, y no les gustaba el paisaje. Estaban cansados del maná. ¡Quejas, quejas!
Finalmente, hasta María, la hermana de Moisés, contrajo la contagiosa “enfermedad” de la queja, y después Aarón se la contagió de ella. Ambos comenzaron a murmurar contra Moisés. ¿Por qué ellos no podían ser tan importantes como él? Después, María comenzó a meterse con la amorosa y tímida Séfora. Sentía que Moisés nunca debía haberse casado con una mujer que no era hebrea. Séfora tenía la piel más oscura que el resto de ellos, pero era tan descendiente de Abraham como lo era María. María estaba celosa porque quería el primer lugar en la vida de Moisés.
Entonces, María y Aarón caminaron con osadía hacia Moisés, y le dijeron que querían ser igual a él. Moisés no respondió, pero Dios lo hizo. Les dijo a ambos que estaban terriblemente equivocados y, para probar cómo se sentía al respecto, repentinamente María fue herida con una terrible lepra. Se volvió “blanca como la nieve” y tuvo que ser echada del campamento. Ahora Aarón estaba arrepentido por su pecado. Le rogó a Moisés que orara por María. El lo hizo y ella fue sanada, pero Dios les dijo que su hermana tendría que permanecer fuera del campamento por una semana. Y todos tendrían que esperar hasta que ella regresara.
María fue avergonzada y humillada, y ciertamente aprendió cuán mala es la envidia.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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