viernes, 18 de marzo de 2016

UN MISIONERO EN CASA

Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber… (Mateo 25:35, NVI).

En diferentes lugares podrás ver fotografías estremecedoras de personas hambrientas y luchando por sobrevivir. Probablemente, hayas visto algunas de las imágenes: niños desnutridos, con sus costillas asomando como listones a través de su piel; una mujer anciana acostada en una esterilla durante todo el día, porque no tiene la energía para levantarse. Aunque puede ser difícil entender las razones por las que estas personas tienen tan poco, no es difícil ver que están sufriendo. 
Pero ¿qué puede hacer un jovencito como tú para ayudar?
“No tengo trabajo”, podrías decir. “No tengo dinero para comprar comida para millones de personas. Incluso si pudiera, ¿cómo voy a hacérsela llegar?”
No tienes que tratar de ayudar a millones de personas: puedes ayudar a una, tal vez, dos. Tal vez unas pocas. Y hay maneras de hacer que la ayuda llegue a donde es necesario.
La Agencia de Desarrollo y Recursos Adventistas trabaja para ayudar a las personas de todo el mundo. Pero ADRA no puede hacerlo sola. Se necesita de las donaciones de personas que se preocupen y quieran ayudar, incluso a pequeña escala. Algunos proyectos tales como proveer de una comida caliente a una persona mayor en Asia, tienen un bajo costo, solamente 25 centavos de dólar.
¿Puedes ceder ese monto, o aún más, para ayudar a las personas necesitadas? Si es así, a ADRA le vendría muy bien tu ayuda. Visita www.adra.org e ingresa en “El Catálogo Original de Regalos Realmente Útiles”.

¿Y AHORA?
Lee 2 Corintios 8:13 al 15, ¿Que dice acerca de tu responsabilidad de ayudar a las personas necesitadas?

SPLASH:
En algunos países muy empobrecidos, muchas familias deben vivir con solo unos dos pesos por día.

Tomado de Matinal para Adolescentes 2016
“Intensamente, Ejercita tu Cerebro”
Compilado por Penny Estes Wheeler
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