sábado, 30 de abril de 2016

FIN DE CURSO, ¡CASI!

“Aquí está la perseverancia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Apocalipsis 14:12

¿Por qué lo que es un año escolar estupendo se echa a perder con algo como un examen final? Hace tiempo, los que vivimos en comunidades académicas como esta ciudad universitaria tuvimos que hacer las paces con la noción de que los exámenes finales son métodos efectivos de medir la comprensión y la retención de ideas y conocimiento. (Pero, ciertamente, ¡resulta más placentero impartirlos que tomarlos!).
En lo que a Dios respecta tenemos que admitir que las pruebas de Dios (como señala Marvin Moore en ¿Será que podría pasar?) son muy simples y sumamente visibles. Aun desde el principio. Fíjate, por ejemplo, en el árbol que había en medio del huerto -no tomen fruto de él ni lo coman-: una prueba muy simple y sumamente visible. Caín y Abel -tráiganme un sacrificio de sus rebaños cuando acudan a adorar-: una prueba muy simple y sumamente visible. Y para los hijos de Israel -no habrá maná el séptimo día, el sábado, así que el sexto día recojan el doble-: una prueba muy simple y sumamente visible. La estatua de oro de Nabucodonosor -no se indinen ante ninguna imagen-: una prueba muy simple y sumamente visible. Una orden de no adorar a nadie salvo al rey, y la elección de Daniel de arrodillarse de todos modos frente a una ventana abierta: una prueba muy simple y sumamente visible. El mandato, en el tiempo del fin, de rechazar el sábado del Creador y adoptar en su lugar el falso día de adoración: una prueba muy simple y sumamente visible.
¿Es el sábado una prueba demasiado simple para los elegidos? Pero, ¿cuál sería el objeto de hacer complicado el examen final? Si el solemne propósito de nuestra existencia humana es encontrarnos personalmente con el Creador que nos eligió y nos destinó “en el principio” para nacer en esta vida, entonces, ¿por qué diseñar un examen complicado que diferencie matices filosóficos o ideológicos, cuando hay en juego una relación de confianza? La prueba más efectiva y eficaz posible, ¿no sería una muy simple (para que nadie necesitase equivocarse al leer las instrucciones escritas en la parte superior de la hoja de examen) y muy visible? El sábado no es una pregunta capciosa divina en el examen final. Desde el comienzo, su quid siempre ha estado y siempre estará en el don de una amistad muy simple y sumamente visible por los siglos de los siglos. Amén.

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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